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Nosotros no la vemos con nuestros ojos, sin embargo él está presente y observa cada pensamiento nuestro, cada latido de nuestro corazón, se entera de cada consentimiento de nuestra alma. Él está presente. Está en todos, a todos envuelve, ilumina, ayuda, motiva, personalmente y a todos juntos.
Para que él este presente -y esto es algo maravilloso- bastan pocas personas: dos o tres. Además es sorprendente que allí donde está él, está la Iglesia. Dice Tertuliano: «Donde dos o tres (incluso laicos) están unidos en nombre de Cristo, ahí está la Iglesia».
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