• Asignatura: Castellano
  • Autor: lamilanesita1234
  • hace 8 años

TEXTO con oraciones unimembres y bimembres (con un titulo :'n)

Respuestas

Respuesta dada por: aandy1934
3

Respuesta:

Un expreso del futuro

P6_lengua06_Layout 1 18/11/14 09:07 Página 67

Quise reaccionar, pero habíamos arrancado. En

verdad, el coronel no había mentido al hablar de

una velocidad de mil ochocientos kilómetros por

hora. Seguramente debíamos estar lejos de la

tierra, en las profundidades del mar, junto al

inmenso oleaje de cresta espumosa por sobre

nuestras cabezas. Asombrado, incapaz de creer en

la realidad de todo lo que estaba ocurriendo, me

senté en silencio, dejando que el tiempo pasara.

Luego de casi una hora, una sensación de frescura

en la frente me arrancó de golpe del estado de

somnolencia en que había caído paulatinamente.

Alcé el brazo, me toqué la cara: estaba mojada.

¿Mojada? ¿Por qué estaba así? ¡No! Fui presa del

pánico. Aterrorizado, quise gritar... y me encontré

en el jardín de mi casa, rociado por la violenta

lluvia que me había despertado. Me había

quedado dormido mientras leía el artículo de un

periodista norteamericano,

referido a los proyectos del

coronel Pierce... quien

a su vez, mucho

me temo,

también

había

soñado.

lugar, pasaban luego bajo el

Atlántico, y finalmente alcanzaban

la costa de Inglaterra! A pesar de la

evidencia, no conseguía creerlo. Los

tubos estaban allí, era algo indudable,

pero que un hombre pudiera viajar por

semejante ruta... ¡jamás!

En voz alta comenté que obtener una

corriente de aire tan prolongada sería imposible.

A lo que el coronel Pierce sentenció lo contrario.

Él pensaba que todo lo que se necesitaba era

una gran cantidad de turbinas impulsadas por

vapor, semejantes a las que se utilizan en los

altos hornos, porque transportan el aire con una

fuerza ilimitada, propulsándolo a mil

ochocientos kilómetros horarios... ¡casi la

velocidad de una bala de cañón! De manera tal

que esos vehículos con sus pasajeros efectuarían

el viaje entre Boston y Liverpool en dos horas y

cuarenta minutos, es decir, mil ochocientos

kilómetros por hora.

No sabía qué pensar. ¿Estaba hablando con un

loco? ¿Debía creer esas teorías fantásticas?

Entonces le dije que podía aceptar que los

viajeros pudieran tomar esa ruta de locos, y que

él lograse alcanzar esa velocidad increíble. Pero

una vez alcanzada… ¿cómo haría para frenarla?

Fue así como el coronel me invitó a una

demostración. Sin aguardar respuesta, oprimió

un botón plateado que salía del costado de uno

de los tubos. Un panel se deslizó suavemente y,

a través de la abertura, alcancé a distinguir una

hilera de asientos, en cada uno de los cuales

cabían dos personas, lado a lado. Lo

seguí sin oponer la menor resistencia,

y el panel volvió a deslizarse detrás

de nosotros, retomando su

anterior posición

Explicación:

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