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No se debe aceptar siempre el llevar a cabo cualquier placer porque la tendencia del ser humano es hacer el mal y si buscamos satisfacer sólo nuestros placeres y deseos carnales más intrínsecos, podemos caer en el error de lastimar a otros, y los demás forman parte de nuestras relaciones interpersonales. Por lo tanto, debemos convivir en armonía con los demás. Además, los placeres (sobre todo los placeres físicos), pueden hacer que las personas se vuelvan adictas a alguna actividad o sustancia que en exceso pudiera ser perjudicial para nuestra salud.
Para saber establecer cuando debemos aceptar algún placer es necesario tener una base ética y moral para la realización de actividades y el bienestar que estos nos traerá. Además, será indispensable la disciplina que tengamos con nosotros mismos.