Respuestas
Legias :
Cavar
Entre el pulgar y el índice reposa
mi gruesa pluma, como un arma cómoda.
Tras la ventana un claro ruido raspa:
en el suelo de grava hunde su pala
mi padre: cava. Bajo la mirada:
su grupa, tensa entre las jardineras
se inclina y, como hace veinte años,
rítmicamente entre surcos de papas
vuelve a agacharse ahí donde cavaba.
La ruda bota contra el borde, el mango
en la rodilla interna apalancado.
Arrancaba raigones y enterraba
el filo reluciente en lo profundo
para lanzar las papas que atrapábamos,
fría dureza amada en nuestras manos.
El viejo manejaba bien la pala,
¡por Dios! Tan bien como su viejo.
En un día mi abuelo arrancaba más turba
que cualquiera en las turbas de Toner.
Una vez le llevé leche en una botella
con tapa de papel. Se enderezó
para beberla y luego se inclinó de regreso
cortando y rebanando limpiamente, arrojando
terrones sobre el hombro, yendo más y más hondo
buscando la buena turba. Cavando.
Olor fresco de moho de papas, chapaleo,
cae la tierra pastosa, un filo corta seco
entre raíces vivas despiertas en mi mente.
¿Cómo seguir, sin pala, a hombres como ellos?
Entre el pulgar y el índice reposa
la gruesa pluma
con que voy a cavar. ~
Testimonio
Estábamos matando cerdos
cuando los yanquis arribaron.
Martes por la mañana, sol
y sangre en las cunetas
fuera del matadero.
Desde la carretera habrán oído
los chillidos, y luego que cesaban,
y nos habrán visto acercarnos
en delantales y con guantes,
colina abajo.
Marchaban en dos filas,
con sus armas al hombro.
Carros blindados, tanques, jeeps abiertos.
Manos, brazos quemados por el sol.
Desarmados, de paso,
camino a Normandía.
No que supiéramos entonces
hacia dónde se dirigían,
de pie, como unos muchachitos,
mientras nos arrojaban chicles
y golosinas de colores. ~
A Bernard y Jane McCabe
Seco el lecho del río, medio lleno de hojas.
Nosotros, que escuchábamos otro río en los árboles.
Odas:
Distancia
Olor compuesto de medidas perfectas:
lágrimas azules horizontales,
oblicuos soles maternales,
al centro la voz de una vela.
Cuerda Floja
Cuando el amante viró la esquina,
un amigo de lo ajeno lo asaltó.
"...llevo unas medias rotas, panita"
"No importa, compañero," sentenció.
"Solo quiero que me devuelvas algo mío."
El silencio de la amante enviudada
quebró el cuarto de hotel donde ya no esperó.
Espero que te haya servido...