Respuestas
Respuesta:
Weber sostiene que en toda sociedad humana existen unos determinados sistemas de interacciones e interrelaciones sociales entre los diferentes integrantes que la componen y que detrás de estos casi siempre se esconde un sistema estructurado de dominación. La dominación -según Weber- es la capacidad de ciertos individuos y grupos de suscitar la obediencia más o menos voluntaria de otras partes de la sociedad. Esta obediencia no es total, está acotada a unos “mandatos” específicos. En el caso de los regímenes democráticos la dominación proviene de unos representantes legitimados en las urnas y la obediencia se acota a los mandatos ejecutivos y legislativos de éstos. La “voluntariedad” de la dominación es un hecho importante; a diferencia del poder puramente coercitivo que se mantiene principalmente por la imposición, el poder legitimado, la dominación, se mantiene porque los dominados están convencidos de la “positividad” de su obediencia. Es más, hay un cierto reconocimiento de la autoridad del que domina; el subordinado acepta su coerción. Cabe preguntarse cómo surge este convencimiento. Weber plantea (con el foco en la historia) que esta legitimación puede surgir, principalmente, de tres fuentes distintas (que pueden darse al mismo tiempo):
Explicación:
Legitimación del poder tradicional: esta legitimación se basa en “la fuerza del pasado”, en la tradición del grupo. Por ejemplo, las antiguas monarquías hereditarias fundamentaban su poder en la antigüedad de su linaje. La legitimación del poder de los monarcas venía de muy atrás, prácticamente porque “siempre había sido así”.
Legitimación del poder carismática: esta legitimación proviene de la apreciación de los atributos individuales (percibidos) de un líder particular, del carisma de éste. Los dictadores han tenido éxito en acumular poder de esta forma. El problema de este tipo de legitimación es que se desgasta rápidamente y es difícil encontrar sustitutos con igual carisma.
Legitimación del poder legal-racional: esta legitimación deriva de argumentos (ético)racionales. Por ejemplo: “el gobernante manda porque lo dice la ley” y esa ley que fue aprobada en un parlamento elegido democráticamente es la mejor forma de disponer de unos medios (coerción estatal) para lograr unos fines concretos (seguridad, libertad,etc.). Esta legitimación suele estar presente en las democracias representativas: los representantes gobiernan porque se piensa que su elección “limpia” (siguiendo las leyes) en las urnas es la mejor forma posible (la más justa) de gobierno del “pueblo”.