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Respuesta:
A pesar de mi vocación por la Historia Antigua,la Prehistoria y la Arqueolgía, hay episodios de la Historia Contemporánea que me fascinan. Uno de ellos es la Revolución Industrial. Así como el Neolítico supone uno de los mayores cambios en el mundo antiguo, la revolución industrial lo es en el mundo contemporáneo. Tras ella, ya nada volverá a ser igual: la economía, la sociedad, la mentalidad, etc. Eso es lo que me atrae de ella: su capacidad de transformación.
Todos sabemos algo de la revolución industrial, porque en la educación básica se estudia aproximadamente unas quince veces, mientras que los pobre visigodos son nombrados rápidamente al final de algún curso
Explicación:
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Inglaterra reunía las condiciones para ser la cuna de la industrialización. En primer lugar, poseía capital disponible para invertir. Dicho capital procedía de sus actividades en ultramar, donde había conseguido nuevos mercados, y además obtenía importantes botines del pirateo de los barcos ingleses a potencias como España y Portugal.
En segundo lugar, Inglaterra poseía una red de comunicaciones más rápidas que otros puntos del continente. Mientras en España recorríamos las distancias con un carro y dos mulas, en Inglaterra tenían la fortuna de contar un importantes canales fluviales navegables y buenos puertos.
Hay un factor que no debemos olvidar. La mentalidad británica era más práctica y emprendedora. No olvidemos que estamos hablando del primer sistema democrático del mundo. Atenas no cuenta, que ese era otro tipo de «democracia«. Los rasgos de la mentalidad emprendedora y pragmática de Inglaterra los podemos apreciar en las siguientes características:
En Inglaterra no existían estructuras anquilosadas como los gremios o las aduanas interiores.
Además, contaba con una burguesía activa y dispuesta a invertir. En cambio en España (perdona de nuevo la comparación) los capitales estaban paralizados en las «manos muertas«. Es decir, en territorios incultivados y que por derechos de herencia tampoco se podían vender. Con ello, nuestra aristocracia, no estaba muy dispuesta a invertir el escaso capital disponible en algo llamado «trabajo».
Por último, Inglaterra poseía de una red comercial internacional que le proveía de materias primas y le proporcionaba mercados.