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Respuesta:
Las lecturas de los domingos del tiempo ordinario, a diferencia de los tiempos fuertes –que están escogidas para destacar lo que se celebra en aquél tiempo– siguen el criterio de la “lectura continua”, es decir, que los evangelios se leen de manera seguida, tal como el evangelista los escribió, de manera que enlazamos el domingo el relato del domingo anterior. Y los leemos en tres años o ciclos: el ciclo A, en que leemos el evangelio de Mateo; el ciclo B, en que leemos el evangelio de Marcos; y el ciclo C, en que leemos el evangelio de Lucas. El evangelio de Juan se lee en general en los tiempos de Cuaresma y Pasqua.
Cabe decir que en esta lectura continuada a veces se saltan fragmentos, para no repetir escenas que ya salen en otros años o porque aquellos relatos se leen en un tiempo litúrgico específico (como las tentaciones o la transfiguración, que se leen en la Cuaresma). Y, en el caso del evangelio de Marcos, que es muy breve, se intercalan además durante algunos domingos los fragmentos del capítulo sexto del evangelio de Juan, que es el discurso de Jesús que se presenta como el Pan de vida.
En el caso del evangelio de Mateo, tenemos un escrito que, tomando como referente el escrito de Marcos, incorpora unas cuantas enseñanzas que Marcos no recogía y amplía así con nuevas riquezas el conocimiento de Jesús, como son el sermón de la montaña con las bienaventuranzas, las parábolas, etc. Se nos quiere decir que la fe se basa en palabras pero en consonancia con los hechos. Es un texto en que se nota que el autor está vinculado al judaísmo, y quiere hacernos ver que Jesús es el enviado de Dios para cumplir las esperanzas de Israel.
En el evangelio de Marcos, nos encontramos con el relato evangélico más breve. Es un escrito breve, ágil, en el cual se recogen, sobre todo, hechos y actuaciones de Jesús, y pocas enseñanzas. Y a través de estos hechos y actuaciones nos muestran un hombre totalmente dedicado al servicio de los demás, que proclama que la fuerza de Dios se hace presente en el amor y no en el poder, hasta el punto de dar la vida. Y nos dice que este hombre es el Mesías, el Hijo de Dios, al cual hemos de buscar y encontrar.
Y en el evangelio de Lucas, encontramos un texto que parte del relato de Marcos, si bien incorpora enseñanzas de otras fuentes, entre las que destacan las escenas del buen samaritano, el hijo pródigo y Zaqueo. Él nos presenta una Buena Nueva de misericordia, de alegría, de humanidad, de atención a los pobres, de oración confiada.
Por lo que hace referencia a la primera lectura de los domingos del tiempo ordinario, está escogida en función del evangelio que se proclamará. La lectura nos presenta un relato del Antiguo Testamento que tenga relación con el evangelio que leeremos y nos introduzca en él. Puede ser una escena del Antiguo Testamento, una profecía que anuncie aquello que hizo Jesús, o una explicación que ayude a comprender lo que leeremos en el evangelio.
Finalmente, la segunda lectura no está escogida en función del evangelio, sino que nos ofrece una selección de fragmentos de las cartas de san Pablo y de las otras cartas apostólicas, de manera más o menos continuada. Es como un acompañamiento de la lectura evangélica, si bien sin tener relación entre ella.
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Las lecturas de los domingos del tiempo ordinario, a diferencia de los tiempos fuertes –que están escogidas para destacar lo que se celebra en aquél tiempo– siguen el criterio de la “lectura continua”, es decir, que los evangelios se leen de manera seguida, tal como el evangelista los escribió, de manera que enlazamos el domingo el relato del domingo anterior. Y los leemos en tres años o ciclos: el ciclo A, en que leemos el evangelio de Mateo; el ciclo B, en que leemos el evangelio de Marcos; y el ciclo C, en que leemos el evangelio de Lucas. El evangelio de Juan se lee en general en los tiempos de Cuaresma y Pasqua.
Cabe decir que en esta lectura continuada a veces se saltan fragmentos, para no repetir escenas que ya salen en otros años o porque aquellos relatos se leen en un tiempo litúrgico específico (como las tentaciones o la transfiguración, que se leen en la Cuaresma). Y, en el caso del evangelio de Marcos, que es muy breve, se intercalan además durante algunos domingos los fragmentos del capítulo sexto del evangelio de Juan, que es el discurso de Jesús que se presenta como el Pan de vida.
En el caso del evangelio de Mateo, tenemos un escrito que, tomando como referente el escrito de Marcos, incorpora unas cuantas enseñanzas que Marcos no recogía y amplía así con nuevas riquezas el conocimiento de Jesús, como son el sermón de la montaña con las bienaventuranzas, las parábolas, etc. Se nos quiere decir que la fe se basa en palabras pero en consonancia con los hechos. Es un texto en que se nota que el autor está vinculado al judaísmo, y quiere hacernos ver que Jesús es el enviado de Dios para cumplir las esperanzas de Israel.
En el evangelio de Marcos, nos encontramos con el relato evangélico más breve. Es un escrito breve, ágil, en el cual se recogen, sobre todo, hechos y actuaciones de Jesús, y pocas enseñanzas. Y a través de estos hechos y actuaciones nos muestran un hombre totalmente dedicado al servicio de los demás, que proclama que la fuerza de Dios se hace presente en el amor y no en el poder, hasta el punto de dar la vida. Y nos dice que este hombre es el Mesías, el Hijo de Dios, al cual hemos de buscar y encontrar.
Y en el evangelio de Lucas, encontramos un texto que parte del relato de Marcos, si bien incorpora enseñanzas de otras fuentes, entre las que destacan las escenas del buen samaritano, el hijo pródigo y Zaqueo. Él nos presenta una Buena Nueva de misericordia, de alegría, de humanidad, de atención a los pobres, de oración confiada.
Por lo que hace referencia a la primera lectura de los domingos del tiempo ordinario, está escogida en función del evangelio que se proclamará. La lectura nos presenta un relato del Antiguo Testamento que tenga relación con el evangelio que leeremos y nos introduzca en él. Puede ser una escena del Antiguo Testamento, una profecía que anuncie aquello que hizo Jesús, o una explicación que ayude a comprender lo que leeremos en el evangelio.
Finalmente, la segunda lectura no está escogida en función del evangelio, sino que nos ofrece una selección de fragmentos de las cartas de san Pablo y de las otras cartas apostólicas, de manera más o menos continuada. Es como un acompañamiento de la lectura evangélica, si bien sin tener relación entre ella.