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La potencialidad de desarrollo hermanado, sinérgico, entre la genética y la robótica es inmenso; desde la construcción de órganos híbridos, esto es, parte biológicos y parte mecánicos, pasando por extremidades humanas completas, hasta horizontes actualmente desconocidos porque es un campo (biotecnología) que apenas da sus primeros pasos. Existen en la actualidad prototipos de este tipo de “repuestos” humanos: piernas, brazos artificiales totalmente funcionales dirigidos por impulsos nerviosos a través de un chip o procesador que se implanta en el cerebro de la persona, exoesqueletos enteros que posibilitan la movilidad completa para una persona en silla de ruedas (una empresa neozelandesa, Rex Bionics, es pionera en el campo). En el futuro, es perfectamente posible que se elaboren robots con apariencia humana, tejidos biológicos, dotados de inteligencia artificial, tal cual pregonan ciertas películas de ciencia ficción.