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La diversidad de formas de vida existentes en la naturaleza posee una magnitud tan inmensa que incluso la mente humana moderna difícilmente puede racionalizar su increíble complejidad. El intentar unificar la inmensidad biológica en un único pensamiento, en un acto de síntesis que nos permitiese armonizar todos los grupos de organismos (ser humano inclusive) que coexisten en nuestro planeta, constituye un objetivo ciertamente ambicioso. Aun así, la observación, descripción y clasificación de los seres vivos ha constituido una obsesión recurrente desde los orígenes del pensamiento científico y natural. Con tal fin se han establecido criterios de clasificación y organización que han facilitado la catalogación de los innumerables matices que ilustran el lienzo natural que nos rodea.
El material genético hereditario de la mayoría de los seres vivos (excepto el caso de unos pocos tipos de virus) está contenido en el ADN. Estructuralmente, esta molécula es extraordinariamente estable a la par que simple.
Hoy en día sabemos que dicha variación se debe a la presencia de cambios (mutaciones) en el ADN, y que muchas de estas mutaciones se heredan dando lugar a que eventualmente se formen nuevas especies. La evolución de los seres vivos está supeditada al cambio en su material genético hereditario. Las mutaciones en genes o regiones de ADN reguladoras que determinan la formación, estructura o funcionamiento de diferentes componentes celulares serán las que, en última instancia, propiciarán la presencia de variación en las especies. Por tanto, la variación que observamos en la naturaleza es el reflejo de la variación que existe en el material hereditario y de este modo, la evolución de las especies es evolución molecular.
Para ello, creo que en primer lugar debemos definir de una manera más precisa el concepto de selección natural. El proceso de selección, como la propia palabra indica, discrimina entre diferentes tipos de variantes genéticas existentes en una población, descartando aquellas que son potencialmente perniciosas (deletéreas) y favoreciendo las que son ventajosas. ¿Cómo tiene lugar este proceso?, imaginemos por ejemplo una población de individuos que viven en un clima tropical, donde existe una exposición a intensidades muy elevadas de luz solar. En este caso, un color de piel más oscuro (consecuencia de una mayor cantidad de melanina en la piel), protegerá a dichos individuos de forma más eficiente contra la radiación ultravioleta. Imaginemos ahora que se produce una mutación genética en uno de los individuos que produce ausencia de melanina en la piel (una condición conocida como albinismo). En condiciones de exposición a elevada intensidad de luz solar, esta mutación tendría consecuencias críticas ya que dejaría al individuo albino completamente expuesto a los efectos negativos de la radiación solar.