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Tomando en consideración el hecho histórico que representó la Separación de Panamá en el año 1903, evento mediante el cual ese territorio se desvinculó definitivamente de Colombia y en el cual Estados Unidos tomo partido de manera patente, clara e incontrovertible, se pueden ilustrar claramente diferentes perspectivas:
Perspectiva panameña.
Panamá, un territorio que formaba parte del entidad neogranadina desde que se constituyó en Virreinato, pasando por la exigua confederación de naciones conocida como la Gran Colombia (constituida por Ecuador, Colombia y Venezuela) e incluso después de la abolición de esta, se encontraba distante, desatendida, relegada por el Estado colombiano, quien además se encontraba debilitado por la guerra civil. Por esas razones, para el habitante panameño representó una causa justa, necesaria e innegable. Se trataba de su derecho a la independencia y autodeterminación soberana.
Perspectiva colombiana.
Para la república colombiana representó un profundo agravio, un robo descarado orquestado la potencia norteamericana y la oligarquía panameña. Sin embargo, una vez derrotados en la Guerra de los mil días, no les quedó otra opción que resignarse a perder ese territorio.
Perspectiva estadounidense.
Para este país, establecer su hegemonía sobre el istmo (previendo la importancia un canal interoceánico) de Panamá constituía un derecho natural e indiscutible. Latinoamérica es su área de influencia, donde puede hacer lo que le plazca, urdiendo tramas con las oligarquías locales, presión económica o haciendo uso de su potencial militar.