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En el siglo XX se dieron dos crisis cafeteras que, al final, afectaron de forma positiva la economía de Colombia.
En plena transición del siglo XIX al XX se dió la caída de los precios internacionales que trajo como consecuencia la caída abrupta de la rentabilidad de las haciendas. Un poco más tarde, ya en los inicios del siglo XX, la Guerra de los Mil Días golpeó de nuevo a los hacendados ya que les mermó su capacidad para mantener las plantaciones en buenas condiciones.
Estas dos crisis aunadas al hecho de la inmensa deuda adquirida por los hacendados en el exterior para desarrollar sus cultivos, llevó a algunos de ellos a la ruina. La crisis de las haciendas más grandes hizo que Colombia pasara por uno de los cambios más significativos de su caficultura. Esta vez los pequeños productores comenzaron a desarrollar un modelo de producción de asociaciones. La economía campesina sustituyó al modelo exportador basado en los inmensos cultivos en manos en manos de pocas personas.
El cultivo del café se convirtió en una opción muy atractiva para los campesinos. Los cultivos se multiplicaron y la tierra comenzó a usarse de manera intensiva. El café se comenzó a cultivar al mismo tiempo que los cultivos de productos para la subsistencia. Fué el génesis de una nueva caficultura, dominada por pequeños propietarios. El desenlace de la historia se dió en 1927 con la creación de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC)