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Una leyenda es una narración oral o escrita de acontecimientos fantásticos, con una mayor o menor proporción de elementos imaginativos y que generalmente pretende ser reconocida como verdadera o fundada en la verdad, o ligada en todo caso a un elemento de la realidad. Se diferencia del mito, que en el contexto popular, es un cuento que no tiene relación con hechos reales, o bien, es una ficción literaria. En cambio la leyenda generalmente tiene una pequeña base histórica de apoyo. Los mitos se interesan por el pasado muy lejano (pasado mítico), mientras que las leyendas tratan de un pasado más reciente. De todos modos el límite entre mito y leyenda es muy impreciso, pues sus orígenes son semejantes.
Las características de la leyenda son varias. En principio, destaca su sencillez e inestabilidad estructural, puesto que sólo hay un solo motivo narrativo (o muy pocos) sin referencias ni a precedentes ni a repercusiones. La leyenda preserva cierto orden, aunque no tan inflexible como el de otros relatos. Carece de fórmulas iniciales y de conclusión, pero sí que existe un marco de referencias objetivas (fecha, lugar, etc.) y una insistencia en la veracidad por parte del narrador, que identifica el principio de la leyenda. Es sentida por el narrador y por el oyente como una historia extraordinaria y con contenidos poco explicables desde el ámbito de la experiencia normal y de la cotidianidad, pero refrendada por su conexión con su espacio y tiempo vitales, y muchas veces también con personajes conocidos o inscritos en un pasado próximo o tenido por próximo. No suele haber inversión argumental en el protagonista de la leyenda, es decir, se muestra bastante estable y sin evolución quizás para conseguir mayor verismo.
Lingüisticamente, aparecen elementos que describen estados o condiciones. Su frecuencia de aparición distingue a las leyendas de los relatos de ficción y confiere a ésta un ritmo más pausado. También hay numerosas omisiones de los nexos o explicaciones de causa y efecto: se sugieren explicaciones, pero no se afirman. Como género, presentan una gran capacidad de migratoriedad y de reactualización.
La leyenda escrita y literaria suele tener un tipo de desarrollo y complejidad literaria superiores a los de la leyenda oral y tradicional, que suele ser su fuente última y primordial de inspiración argumental. Su autor suele operar mediante ampliación y embellecimiento de una materia narrativa anterior, y procurar el suministro de pruebas que redunden en la credibilidad de la historia. A veces, se estructuran en ciclos narrativos en torno a personajes, regiones o acontecimientos concretos, y en esos casos pueden adquirir dimensiones superiores. Sin embargo, la elaboración y las pretensiones literarias hacen que muchas leyendas escritas sean de signo menos localista que las orales y tradicionales, y que puedan desarrollarse parcialmente en escenarios y en épocas lejanos e irreales.