Porque al pricipio pocos de la educacioneran de unos pocos

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Respuesta dada por: gllerenarengifo
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Respuesta:

ta chevere

Explicación:

Resulta triste tener que volver a hablar de fracaso de una ley educativa. La séptima ya, en democracia. Duele comprobar que no aprendemos. Que la enseñanza sigue prisionera del partidismo intolerable y las creencias católicas.

La educación de un país es tan importante que debería ser asunto de estado. Porque no hay país libre que no sea un país culto. No hay democracia que no cuide a sus jóvenes que son la garantía de futuro. No hay gobernante tan poco inteligente que sea capaz de segar el mañana impidiendo el acceso de sus ciudadanos a la escuela.

Pero en este país aún no hemos hecho la revolución del conocimiento. No hemos sabido invertir en educación que es la llave del mañana.

El ladrillo ha propiciado corrupción, ha arrasado la ética, ha destruido la política limpia, ha enfermado a las instituciones… Y, tras esta estafa disfrazada de crisis, el espejo nos devuelve una imagen desoladora.

Ya ni siquiera nos dejan la esperanza del futuro. Porque esta ley acabará con la escuela pública tal y como la conocemos hoy. Volveremos más de 30 años atrás.

El ministro Wert, ha estado sordo y ciego durante meses ante el clamor de la comunidad educativa. No mudo, porque su palabra altiva y soberbia ha encendido debates manipulados para esconder la realidad que buscaba: hacer negocio con algo tan esencial como la educación de nuestros hijos.

La ley nace sin dotación presupuestaria. Además, se reducirán otros 7.000 millones hasta 2016 en educación. Justo lo que nos cuesta cada año la Iglesia. Está clara su jugada.

No culpen a Bruselas, ni a los mercados, se trata de una decisión política del Gobierno neoconservador de Rajoy dominado por la jerarquía eclesiástica que acomete ya, sin tapujos, el mayor ataque regresivo a la enseñanza pública.

La educación será menos humanista y más economicista. En una época en la que los valores humanos son esenciales y la economía ha fracasado estrepitosamente.

Será menos plural y más confesional. La Religión obligatoria, se pagará con dinero público. La catequesis privada seguirá confundiendo a Dios y al César. Y las lenguas minoritarias se verán relegadas en una táctica perversa de eliminación progresiva.

En épocas de degradación moral, de ética dudosa y de corruptelas varias, los alumnos se verán privados de asignaturas como Ética o Educación para la Ciudadanía que enseñan valores colectivos y derechos humanos, no creencias privadas.

Pero el pacto secreto con los obispos manda. Como manda su imposición de más recursos a una escuela concertada que está mayoritariamente en sus manos y que ve aumentados sus conciertos, sus subvenciones, sus privilegios de elección de alumnos, su segregación por sexo, su burbuja clasista.

No hay libertad sin igualdad. Y la mayoría de la ciudadanía no es libre para elegir.

Porque la única escuela de todos es la pública, la que debe por justicia recibir el dinero público y no como ocurre en Valencia, donde la mitad de los recursos se van a colegios religiosos del Opus.

Mientras sufragamos sus creencias, los techos de nuestros colegios se hunden, los suelos se abren en socavones vergonzosos y nuestros niños deben sufrir los fríos, los calores y las goteras de los barracones para pagar la enseñanza de los que podrían pagársela con creces.

La ley Wert acabará con la equidad ejemplar de la red española que alababa el informe PISA y confirma la OCDE, y que ellos, tan liberales, se han encargado de ocultar.

Resaltar deficiencias educativas no tenía como fin subsanarlas, sino derribar los pilares de una enseñanza que empezaba a conseguir sus frutos y, a la vez, difamarla. Porque la educación se plantea a 25 años vista y nunca se ha dejado crecer en este país cainita. La siegan los fundamentalismos religiosos, el poder del dinero, el negocio de unos pocos.

El abandono escolar temprano no es fracaso escolar, sino fracaso de una sociedad que vendía dinero fácil del ladrillo a jóvenes sin estudios y que ahora los abandona en el paro.

No ha fracasado la escuela pública que ha corregido desigualdades, ha navegado en las peores condiciones y ha formado a la mejor generación en democracia. Ha fracasado la ideología neoconservadora del dios dinero, de la esclavitud laboral y de la corrupción. La misma de los que ahora nos imponen sin diálogo esta ley.

Una ley que expulsará a los débiles del sistema. Así no habrá “fracaso”. Pero habrá fracasado la sociedad entera.

Mañana, padres, alumnos y profesores están convocados a una huelga general por la educación pública. Nunca una protesta ha sido tan necesaria. Porque la educación es un derecho y no un privilegio de quienes pueden pagársela.

El futuro de todos peligra en favor de los pocos de siempre. La educación no será, si no es pública, bien dotada y gestionada, laica y plural. Democrática.

Lo demás sólo son palabras vacías y burda manipulación.

I

 

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