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Como antigua civilización los Indígenas Incas correspondían al culto de los elementos naturales ya que la tierra cuya máxima deidad es el sol, era su hábitat.
Consideraban a la misma como diosa y proveedora de bondades que los ponían a su servicio y adoración. Al declarar “hay tiempo para cada cosa” se puede dar a la interpretación de los diversos estados de siembra y de cosecha para los que ellos vivían, trabajar para sembrar, rogar a su Dios que mirara con agrado su tierra y esperar el tiempo de cosecha para incluirse en las labores responde a la premisa antes expuesta.
En la actualidad no vivimos de esa manera queremos adelantarnos a cada cosa, pensamos en el pasado continuamente, nos sentimos ansiosos por el futuro y olvidamos por completo que tenemos un continuo presente que solo dejamos morir por tener nuestra visión en otras cosas.
Por ello tomar esta frase y dejarle a el tiempo cada cosa por hacer, vivir el momento y dejar lo que está atrás nos acerca más a nuestra esencia real como hijos del mundo y de esta tierra.