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Existe violencia física creciente, existe desigualdad estancada y existe, también, señales inequívocas de que los avances conseguidos por las mujeres, y que creíamos inamovibles, están siendo cuestionados en muchos países de nuestro querido Occidente, único territorio donde la igualdad de derechos entre los sexos, al menos teóricamente y hasta el momento, no es una quimera inalcanzable.
Pero el feminismo, decíamos, está de moda y debuta en la pasarela. Dignidad y Libertad, han sido algunas de las proclamas bordadas en las camisetas de The Row, firma de Ashley y Mary Kate Olsen, en la última semana de la moda de Nueva York; también en las prendas de Versace podíamos leer, Igualdad o Diversidad. Y en la pasarela italiana, en Milán, la apuesta por el feminismo fue aún más contundente. En el desfile de la firma Missoni, se repartieron los famosos pussyhats, los gorros de lana rosa con orejas de gato, símbolo de la solidaridad femenina, esa que tanta falta nos hace. El gorrito frigio se ha convertido en un símbolo feminista, desde que aparecieron en las manifestaciones del pasado 8 de marzo, día de las mujeres y en las que colapsaron Washington DC el pasado mes de enero. La revista TIME, con gran olfato periodístico, le dió su portada y lo consagró, de esta manera, como objeto de culto.
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Explicaciesón: algo que se trata de que las mujeres debemos ser igual que los hombres y no solo ser amas de casa