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Se piensa tradicionalmente que la Unión Soviética es la sucesora del Imperio ruso, no obstante pasaron cinco años entre el último Gobierno de los zares y la instauración de la Unión Soviética. El último zar, Nicolás II, gobernó el Imperio ruso hasta su abdicación en marzo de 1917 en la Revolución de Febrero, en parte debido a la presión de los enfrentamientos en la Primera Guerra Mundial, luego un breve Gobierno provisional ruso tomó el poder, para ser derrocado en la Revolución de Octubre de ese mismo año por revolucionarios encabezados por el líder bolchevique Vladímir Lenin.
La Unión Soviética fue establecida en diciembre de 1922 como la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Rusia (conocida como Rusia bolchevique), Ucrania, Bielorrusia y Transcaucasia gobernadas por partidos bolcheviques. A pesar de la fundación del Estado soviético como una entidad federativa de muchas repúblicas constituyentes, cada una con sus propias entidades políticas y administrativas, el término «Rusia Soviética» —estrictamente aplicable solo a la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR)— fue a menudo incorrectamente aplicado a todo el país por políticos y escritores no soviéticos.
Revolución y fundación del Estado soviético
Artículo principal: Historia de la Rusia Soviética y la URSS (1917-1927)
Véase también: Revolución rusa de 1917
Vladímir Lenin junto a varios comandantes en la Plaza Roja de Moscú durante una inspección a las tropas, el 25 de mayo de 1919
La actividad revolucionaria moderna en el Imperio ruso comenzó con la Revuelta decembrista de 1825, y aunque la servidumbre fue abolida en 1861, lo fue en términos desfavorables para los campesinos y sirvió para animar a los revolucionarios. Un parlamento, la Duma Imperial de Rusia, fue establecido en 1906, después de la Revolución de 1905. A pesar de la resistencia del zar a los intentos de pasar de una monarquía absoluta a una constitucional, finalmente fue promulgada la Constitución rusa de 1906, la primera constitución del país. Sin embargo, la agitación social continuó y se agravó durante la Primera Guerra Mundial por el fracaso militar y la escasez de alimento en las principales ciudades.
Un levantamiento popular espontáneo en Petrogrado, en respuesta al decaimiento de la economía y la moral en tiempo de guerra, culminó con el derrocamiento del Gobierno imperial en marzo de 1917 (véase Revolución de Febrero). La autocracia zarista fue reemplazada por el Gobierno provisional ruso, cuyos líderes pensaron en establecer una democracia liberal en Rusia y continuar participando en el lado de la Triple Entente en la Primera Guerra Mundial. Al mismo tiempo, para asegurar los derechos de la clase obrera, las asambleas de trabajadores, conocidas como sóviets, nacen a lo largo de todo el país. Los bolcheviques, dirigidos por Vladímir Lenin, presionaron a favor de una revolución socialista tanto en dichas asambleas como en las calles, derrocándose al Gobierno Provisional el 7 de noviembre (25 de octubre según el calendario juliano) de 1917 (véase Revolución de Octubre), y entregándose el poder a los sóviets de obreros, soldados y campesinos. Pocas semanas después se convocó a elecciones democráticas, que tras la derrota de Lenin provocó que el nuevo gobierno bolchevique disolviera la Asamblea Constituyente Rusa pocos meses después. En diciembre de 1917, los bolcheviques firmaron un armisticio con las Potencias Centrales, aunque en febrero de 1918, los combates se habían reanudado. En marzo, los soviéticos abandonaron la guerra definitivamente y firmaron el Tratado de Brest-Litovsk.
A partir de 1917 se produjo una larga y sangrienta guerra civil rusa entre los Rojos y los Blancos, terminando en 1923 con la victoria de los Rojos e incluyó la intervención extranjera, la ejecución del zar Nicolás II y su familia y la hambruna de 1921, que mató a cerca de cinco millones de personas.17 Tras la guerra polaco-soviética de 1919-1921, se firmó la «Paz de Riga» que a principios del año 1921 dividió los territorios disputados de Bielorrusia y Ucrania entre Polonia y la RSFS de Rusia. La Unión Soviética tuvo que resolver conflictos similares con la recién creada República de Finlandia, la República de Estonia, la República de Letonia y la República de Lituania.