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Las Reglas conceptuales guían al pensamiento para poder decidir en qué clase se ubica una determinada idea.
Las reglas conceptuales tienen que ver con el establecimiento de la idea abstracta o general que constituye un concepto. Es decir, al enfrentarse a una idea nueva, el cerebro humano intenta clasificarla en un concepto o idea general que la contenga. Para ello debe aplicar una serie de reglas lógicas que hacemos de manera natural.
Por ejemplo, desde pequeños tenemos el concepto de lo que es una mesa y una imagen general de ella. Cuando tenemos en frente una mesa en particular, aplicamos las reglas para saber si es o no una mesa: tipo, categoría, usos, elementos principales, etc. Nuestro cerebro repasa rápidamente una lista de chequeo y si hay un elemento nuevo que no cuadra pero la mayoría o todos los demás elementos si, entonces se crea ese elemento adicional que va a complementar nuestra idea o concepto de una mesa.
Esto lo hace nuestro cerebro por economía psicológica: si ya determinadas características la tenemos dentro de un concepto no tardaremos mucho en incluir cualquier objeto o situación de nuestro contexto, a menos que sea tan diferente a nuestra idea general y entonces automáticamente aplicamos las reglas para saber si lo incluimos en nuestros conceptos ya establecidos o formamos una nueva categoría o idea.