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Respuesta:
¡Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar
como hubo el infante Arnaldos
la mañana de San Juan!
Andando a buscar la caza
para su falcón cebar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar;
las velas traía de seda
la jarcia de oro torzal,
áncoras tiene de plata
tablas de fino coral (...)
Guarneciendo de una ría
la entrada incierta y angosta,
sobre un peñón de la costa
que bate el mar noche y día,
se alza, gigante y sombría,
ancha torre secular
que un rey mandó edificar
a manera de atalaya
para defender la playa
contra las iras del mar.
Cerca del Tajo en soledad amena,
de verdes sauces hay una espesura,
toda de hiedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta la altura
y así la teje arriba y encadena,
que el Sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido
alegrando la vista y el oído.
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