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El párroco detalla que contar la historia de la Virgen es remontarse al siglo XVI, específicamente a 1594, cuando a los indígenas que se asentaron en lo que ahora es El Cisne, se les apareció una mujer.
Ante la revelación, representantes de la comunidad de Hermanos franciscanos, remitieron a Quito la encomienda de elaborar una escultura con las características de la mujer, encargo que recayó en el escultor y tallador español Diego de Robles, quien también esculpió la imagen de la Virgen del Quinche, señaló Jiménez. Previamente se pintó un cuadro con las referencias otorgadas por las personas que dijeron ver a la mujer y este fue enviado a Barcelona, España, donde se generaron réplicas en la imprenta conocida como Hormiga de Oro. El escultor se basó en la estampa para crear la escultura.
En 1601, la Virgen de El Cisne llega hasta la comunidad en la que ahora miles la visitan, a un primer templo que, según se ha investigado, era de bahareque. Posteriormente, se crearon dos templos, de los que se conservan reliquias como retablos, utensilios, pinturas y otros detalles en un museo dedicado a la Virgen.
Desde entonces, los devotos han aumentado año tras año, pues los regalos y las muestras de gratitud aumentan, contenidos en una reserva que supera las 10.000 piezas.
En 1930 se coloca la primera piedra de lo que hoy es la Basílica, un templo de estilo gótico–barroco, cuya construcción se extendió hasta 1974. Más adelante, en 1980, se realiza la coronación de la Virgen.
Jiménez señaló que, aunque no hay un registro exacto, se estima que el año anterior visitaron a la Virgen dos millones de personas, cantidad que esperan superar en el 2017.
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