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La contaminación auditiva se refiere a la existencia de un exceso de ruidos provenientes del quehacer humano en un ambiente en particular y la contaminación visual, se refiere al exceso de imágenes desagradables o perturbadoras en un ambiente producto de la actividad humana.
La contaminación auditiva se puede captar claramente en los alrededores de algunas empresas en cuya producción se manejan altos niveles de ruido. La palabra ruido alude a una interferencia generalmente desagradable para el oído que impide o entorpece la comunicación auditiva o las condiciones ambientales para tener buena salud. La contaminación auditiva o sonora puede afectar no solo al espacio aéreo, sino también el espacio marino. El agua es excelente conductor del sonido, por ello un sonido, por muy pequeño que sea, se puede percibir a grandes distancias, afectando la actividad y ecosistema marinos. La contaminación sonora marina en la actualidad es alta, pues el ruido excesivo producido por las explotaciones marinas, las comunicaciones, el tráfico por túneles y la navegación a motor, afecta la actividad de especies como los delfines, las ballenas y otros que emplean el sonido para comunicarse o para sus supervivencia. Por ello es frecuente observar, por ejemplo, cetáceos desorientados varados en algunas playas.
La contaminación visual se refiere a estímulos visuales desgradables, que afean o empobrecen el ambiente, como resultado de la actividad humana, como por ejemplo la basura, estructuras abandonadas, ruinas metálicas y otras que perjudican el ambiente y destruyen su belleza. Pero más allá del sentido estético, la actividad humana que produce contaminación visual, seguramente produce otro tipo de contaminación, disminuyendo la calidad, disponibilidad y acceso de personas, animales y plantas a los recursos para su supervivencia.