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Respuesta:
Cuando el aire entra en los pulmones, primero circula por los bronquios y luego
por las divisiones repetidas de los bronquiolos que dan lugar a los bronquiolos
terminales o respiratorios. Estos, a su vez, se abren en el conducto alveolar,
del cual derivan los sacos aéreos. La pared de cada conducto alveolar y de los
sacos aéreos está formada por varias unidades llamadas alvéolos (fig. 1).
Cada pulmón tiene 300 millones de alvéolos, lo que da una superficie de 70 m2
para dos pulmones. Es una enorme superficie de intercambio de gases
respiratorios (CO2 y O2).
El movimiento de los gases respiratorios es por simple difusión: la
concentración de oxígeno es mayor en los alvéolos que en los capilares, de
modo que este gas se difunde de los alvéolos a la sangre. En cambio, el CO2
está más concentrado en la sangre que en los alvéolos, por lo que se difunde
de los capilares hacia el espacio alveolar
Los alvéolos están revestidos por una monocapa muy delgada de células
epiteliales y además poseen una alta irrigación sanguínea, lo que permite que
los gases se difundan libremente a través de su pared hacia los capilares
sanguíneos. En los capilares sanguíneos, los glóbulos rojos serán los
encargados de transportar el oxígeno hasta las células.
El O2 es transportado en los glóbulos rojos asociado a la hemoglobina
formando oxihemoglobina.
El CO2 se trasporta disuelto en el agua del plasma (8%), combinado con la
hemoglobina (25%) y un 67% lo hace como aniones bicarbonato (HCO3
–
).
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