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Los distintos virus del herpes, responsables de enfermedades benignas y también de dolencias muy graves y frecuentemente mortales, pueden estar relacionados de forma muy directa con algunos tipos de cáncer, según fue puesto de manifiesto ayer en el V Congreso Internacional de Virología, que hoy se clausura en Estrasburgo.
El Congreso analizó ayer la posible relación entre algunos de los virus de la familia del herpes, y el cáncer de útero, el linfoma de Burkitt y el carcinoma rinofaríngeo. La sesión fue dedicada de forma casi monográfica al herpes. Esta familia de virus consta de cinco grandes grupos de microbios, algunos de ellos conocidos desde muy antiguo; estos virus habitan en casi todos los organismos de vertebrados, y cada especie origina una enfermedad diferente en el hombre.
El herpes simplex número 1 (HS1) da lugar a una enfermedad trivial, caracterizada por fiebre moderada y por la aparición de vesículas transparentes alrededor de la boca y la nariz. El herpes simplex 2 (HS2) se manifiesta en la zona genital, provocando lesiones en la piel y también en las mucosas internas. Un tercer tipo de herpes origina la varicela e infecta el sistema nervioso ganglionar; la varicela es el primer signo de la infección de este tipo de virus, el cual se oculta posteriormente en el sistema nervioso para aparecer mucho más tarde bajo la forma de lesiones dolorosas y reincidentes. Según el doctor Peter Sheldrick, del Instituto de Investigaciones Científicas sobre el cáncer de Villejuif (París), este tipo de virus es neurotropo y reside en los ganglios del sistema nervioso; «las lesiones exteriores son una reactivación de lo que existe en los ganglios en estado latente», añadió.
La cuarta forma de virus del herpes está constituida por el citomegalovirus, responsable de bastantes muertes neonatales y de infecciones generalizadas después de una operación de trasplante de órganos o de implantación de prótesis artificiales dentro del organismo. Como se recordará, un virus de este tipo ha sido el responsable de la reciente recaída del Papa durante su convalecencia; los expertos atribuyen la infección del citomegalovirus a la operación de implantación de un ano artificial como consecuencia de los destrozos ocasionados por la bala que dañó la zona intestinal del Papa.