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Respuesta:
FUEGO: Pasión, energía, fuerza, claridad, voluntad, iniciativa e impaciencia.
Es el elemento que reacciona rápidamente, con entusiasmo, el que está siempre viendo posibilidades, es impetuoso e invade espacios. El fuego avanza y seduce a otros a avanzar con él.
TIERRA: Firmeza, estabilidad, tenacidad, búsqueda de lo concreto, paciencia, cautela y seguridad.
Es el elemento de la fuerza, de la resistencia a los cambios, inflexible, este elemento permite echar y mantenernos estables en relaciones, ideas, proyectos y fijar límites.
AIRE: Libertad, ideas, cambio, desapego, perspectiva, curiosidad y necesidad de socializar.
Es el elemento de la fluidez, de la liviandad, cambia de dirección en cualquier momento. Nos permite cambiar de opinión. Es posible el sueño y el soñar. No tiene límites claros de acción y pensamiento.
AGUA: Flexibilidad, adaptabilidad, fluidez, intimidad, necesidad de vincularse emocionalmente.
Es el elemento del entendimiento, es decir, del escuchar, de ser receptivo, de la empatía, es el elemento que cede, que se adapta, retrocede y acepta.
Dicen varias corrientes de pensamiento que todas las personas tenemos estas cuatro cualidades, en unas ocasiones predomina una y en otras predomina otra. Uno de los retos más interesantes de los profesionales del ¨coaching¨ es ayudar a las personas a definir cuál es su elemento dominante y a dejar paso a los demás, ya que en el centro de ellos está el equilibrio y la armonía.
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