resumen de los 9 primeros cantos de orlando furioso por favor ​

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Respuesta dada por: luana9047
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Respuesta:

Por más que sutil freno al animoso

corcel en medio del galope tiene,

no suele ser que el ímpetu rijoso

atrás por freno racional se viene,

cuando el placer lo aguija; como el oso

jamás ante la miel su hambre detiene,

si ya llegó a su olfato olor al caso

o alguna gota degustó en el vaso.

2 ¿Qué causa habrá que al buen Rogelio frene

ahora de gozar con gran provecho

de Angélica que así desnuda tiene

en tan florido y apartado lecho?

No más memoria de su amor le viene

que tan firme albergaba antes su pecho;

y, aunque así fuera, fuera gran locura

si la ocasión en que se ve no apura;

3 en la cual no habría estado el concienzudo

Jenócrates que él más continente.

Había tirado ya lanza y escudo

y el resto aquí y allí tira impaciente,

cuando al bajar por su cuerpo desnudo

la dama el gesto vergonzosamente,

aquel anillo se notó en la mano

que en Albraca le hurtó el astuto enano.

4 El mismo que llevó consigo hasta

Francia cuando primero hizo el camino

junto a su hermano, que empuñaba el asta

que fue después de Astolfo paladino.

Con él de Malagís la ciencia vasta

volvió en la gruta de Merlín sin tino;

con él a Orlando y muchos hizo notos

de Dragontina la prisión y el lotos;

5 sin ser vista de aquel anciano puerco

la torre huyó en que puesta había sido.

Mas ¿por qué soy en repetirlo terco

si ya vos, como yo, lo habéis leído?

Brunelo se lo hurtó, mientras fue el cerco,

tras ser por Agramante requerido.

Después con tal desdén la trató el hado

que llegó al punto de perder su estado.

6 Ahora que otra vez lo ve en su mano,

es tanto su estupor y su alegría,

que casi duda de si sueña en vano,

y apenas de ojos y de mano fía.

Lo extrae del dedo, y con muy presta mano  

lo echa a la boca; y, como el rayo haría,

del ojo ansioso de Rogelio escapa,

como hace el sol que alguna nube tapa.

7 Y éste a su derecha y a su izquierda

se vuelve y hacia atrás como un poseso;

y, cuando del anillo se recuerda,

burlado queda al fin del mal suceso.

Ved cuánto del descuido se remuerda

y cuánto tiene a ingrato y tiene a avieso

el acto descortés que, según piensa,

le ofrece aquella dama en recompensa.

8 «¿Es este el galardón que de ti hallo

--decía así--, ingrata y cruel señora?

¿Por qué el anillo robas con gran fallo

que yo te habría dado en buena hora?

No sólo él, mi escudo y mi caballo

y aun yo te doy, si pides tanto ahora:

basta que el rostro muestres que me escondes.

Que me oyes sé, crüel, y no respondes.»

9 Así dice y, girando aquella plaza,

tocarla como el ciego a tientas prueba.

¡Oh cuánto el aire vano en vano abraza

pensando que la suerte a ella lo mueva!

Mas ella, que ya lejos se desplaza,

no para hasta que da con una cueva

que, amplia, bajo un monte guarecida,

le presta albergue cómodo y comida.

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