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LOS HUESOS:
Los huesos están formados químicamente por materia orgánica y por materia inorgánica. La parte orgánica está formada principalmente por una proteína, el colágeno, que les confiere elasticidad, flexibilidad y resistencia. La parte inorgánica está formada por sales minerales, por ejemplo calcio y fosfato, que confieren dureza y rigidez a los huesos. La parte orgánica constituye aprox. el 33% y la inorgánica aprox. el 66% de los huesos. Estas proporciones varían con la edad; en la niñez la parte orgánica es comparativamente mayor: es el período en el que los huesos pueden doblarse y ocurrir deformidades como el raquitismo, cuando por ejemplo, no se reciben las cantidades necesarias de sales de calcio.
Las articulaciones están presentes en las uniones entre dos huesos. Hacen que el esqueleto sea flexible; sin ellas, el movimiento sería imposible. Los músculos también son necesarios para el movimiento: son masas de tejido elástico y resistente que tiran de nuestros huesos cuando nos movemos. En conjunto, los huesos, los músculos y las articulaciones (junto con los tendones, ligamentos y cartílagos) conforman nuestro sistema musculoesquelético y nos permiten realizar las actividades físicas diarias.
Los músculos tiran de las articulaciones, lo cual nos permite movernos. También ayudan a nuestro cuerpo a cumplir otras funciones para que podamos crecer y mantenernos fuertes, tales como masticar alimentos y transportarlos a través del sistema digestivo.
El cuerpo humano tiene más de 650 músculos, que constituyen la mitad del peso corporal de una persona. Están conectados a los huesos por medio de tejidos resistentes, similares a un cordón, denominados tendones, que permite que los músculos tiren de los huesos. Si movemos los dedos de la mano, podemos ver el movimiento de los tendones mientras trabajan.
Los músculos tiran de las articulaciones, lo cual nos permite movernos. También ayudan a nuestro cuerpo a cumplir otras funciones para que podamos crecer y mantenernos fuertes, tales como masticar alimentos y transportarlos a través del sistema digestivo.
Los seres humanos tienen tres tipos de músculos:
Los músculos esqueléticos están unidos al hueso, principalmente en las piernas, los brazos, el abdomen, el pecho, el cuello y la cara. Los músculos esqueléticos se denominan estriados, porque están conformados por fibras que tienen franjas (estrías) horizontales que se pueden ver en un microscopio. Estos músculos mantienen unido el esqueleto, le dan forma al cuerpo y lo ayudan con los movimientos diarios (se conocen como "músculos voluntarios", porque podemos controlar sus movimientos). Se pueden contraer (acortar o tens?onar) rápidamente y con fuerza, pero se cansan fácilmente y deben descansar entre esfuerzos.
El músculo liso o involuntario también están conformados por fibras, pero tienen un aspecto liso y no estriado. Por lo general, no podemos controlar conscientemente los músculos lisos; por el contrario, éstos son controlados automáticamente por el sistema nervioso (razón por la cual se denominan "involuntarios"). Las paredes del estómago y los intestinos son ejemplos de músculos lisos, que ayudan a descomponer los alimentos y los mueven a través del sistema digestivo. También hay músculos lisos en las paredes de los vasos sanguíneos, que comprimen el flujo sanguíneo que pasa a través de los vasos para ayudar a mantener la presión sanguínea. Los músculos lisos tardan más en contraerse que los músculos esqueléticos, pero pueden permanecer contraídos durante más tiempo, porque no se cansan fácilmente.
El músculo cardíaco se encuentran en el corazón. Las paredes de las cavidades del corazón están formadas prácticamente en su totalidad por fibras musculares. El músculo cardíaco también es un tipo de músculo involuntario. Sus contracciones rítmicas y potentes fuerzan la sangre hacia el exterior del corazón cuando éste late.
Explicación: