• Asignatura: Castellano
  • Autor: karroloco
  • hace 8 años

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Respuesta dada por: angel929
8

Respuesta:

Me acababa de despertar, el reloj marcaba las 3:30 AM, pero la emoción del viaje disipaba el sueño. El día anterior había empacado las maletas con traje de baño, sandalias, ropa, etc… Todo listo para un viaje playero.

El taxi llegó puntual, baje el equipaje por las escaleras estrechas del edificio, tratando de no despertar a los vecinos. Subí al taxi, y me llevo a gran velocidad hacia el aeropuerto internacional de Barajas. Cuando llegue al aeropuerto, solo me quedaba una hora para abordar, le pagué al taxista y salí corriendo hacia  la terminal de vuelos internacionales.

Al llegar a la sala de abordar me relaje y dormí 10 minutos, esperando a que el avión estuviera listo para despegar. Desperté cuando la fila ya tenía unos veinte metros, con un avión tan inmenso como este la fila para abordar era interminable, decidí colarme unos lugares más adelante, enfrente de una señora despistada que no dejaba de llorar y lamentarse. Finalmente el sobrecargo me recibió el pase de abordar, su mirada intimidante me forzó a bajar la vista al suelo y notar que los pasajeros llevaban calcetines gruesos de lana, con botas y zapatos de piel, un calzado muy extraño para un destino tan caluroso como Cancún.

Encontrar el asiento en el avión me tomó un buen rato, subí dos o tres veces de punta a cola antes de encontrarlo, al esto menos me ayudo a situar los baños y las salidas de emergencia. El reloj marcaba las 5:00, y el sueño era incontrolable. Desperté más de cinco veces con un sueño muy superficial, los pies y la punta de los dedos se me congelaban cada vez más. Desperté de golpe por el sonido chillante del altavoz, y entonces el piloto anunció “Damas y Caballeros, estamos a 20 minutos de nuestro destino, la ciudad de Oymyakon Siberia, conocida como la ciudad más fría de planeta, espero hayan disfrutado este viaje y recuerden abrigarse antes de salir”.

Es aquí, cuando toda la emoción se convirtió en desesperación, sin dinero con que pagar un viaje de regreso y sin ropa con que abrigarme, el frio sería una muerte lenta.

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