Respuestas
Respuesta:
Las palabras de Jesús: «Quien come mi carne y bebe mi sangre vivirá eternamente» son otras de las puntas de lanza del proceso. Ya que la sangre, como flujo de vida, estaba prohibida como alimento en el Génesis (9, 4).
También se le acusó de blasfemo cuando dijo aquella frase: «Destruid este templo que en tres días lo reedificaré». Pero Cristo no se refería al edificio, sino al templo de su propio cuerpo.
Cristo no contesta a estas acusaciones, entonces Caifás, prescindiendo de ellas, le increpa: «¿Eres tú el Mesías, el hijo de Dios vivo?». «Tú lo has dicho». Esta respuesta se estima como delito: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos de más pruebas?». Es declarado «reo es de muerte», acordándose remitir al condenado al procurador romano, Poncio Pilatos: «A nosotros no nos es permitido matar a nadie».
Por otro lado, tampoco quieren hacerse impopulares, pues saben que las turbas sienten una gran simpatía por aquel Galileo. Que sea Pilatos quien lo mate y así, de paso, se consigue aumentar en el pueblo el latente sentimiento de odio hacia el poder opresor.
Y aunque la sentencia previa no tuviese valor práctico, era un modo eficaz de ejercer más presión en el ánimo de Pilatos y de influir en el pueblo. El Sanedrín era el guardián de la ley mosaica y, por tanto, la máxima autoridad de los judíos. Lo que en él se dijera, era indiscutible: «Nosotros tenemos una ley y según ella debe morir» (Jn, 19, 7).
No obstante, se dan cuenta que ante un juez pagano que admite la pluralidad de dioses, el título de Hijo de Dios, pretexto de la condena recaída, no les serviría. Por la blasfemia no se habría interesado: «¿A caso soy yo judío?» (Jn, 18, 35); que viene a significar: «¿Qué me importan a mí las cuestiones religiosas?». Ante él los rabinos cambian la acusación: «Levanta al pueblo prohibiendo pagar tributos al César y dice ser el Mesías-rey» (Lc, 23, 2). Los sanedritas ponen en esta acusación todas sus esperanzas. Teniendo en cuenta los deseos judíos de libertad e independencia, conocidos en Roma, tal actitud podía implicar un intento de subversión política, crimen cualificado por las leyes romanas como de alta traición.
Ninguna de estas acusaciones era cierta. Cristo no ordenaba ni prohibía los tributos. Y, por otro lado, tras la primera multiplicación de los panes, cuando la gente quiere en verdad proclamarlo rey, Jesús se retira a orar, declinando el ofrecimiento y envía a sus discípulos a Betsaida, cruzando el lago de Genesaret, donde poco después, al reunirse con ellos, realizará el milagro de caminar sobre las aguas.
Respuesta:
Por redicar la palabra de Dios y hacerse llamar el Mesías.
Explicación:
Ya que los Reyes no querian perder poder