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Respuesta:
No es raro confundir al paramilitarismo con la insurgencia, y en estos tiempos tampoco es extraño mezclar, en términos simplistas, a los llamados grupos de autodefensa con los grupos paramilitares y las organizaciones insurgentes. En la lógica común, esto es hoy prácticamente lo mismo, y por eso se comete el error, casi natural, de mezclarlos a todos y ponerlos a todos en un mismo grupo, como si unos y otros fueran lo mismo. En el contexto de la polémica que generan los grupos de autodefensa en varias entidades, la presencia de grupos armados e incluso la relación que comienza a verse entre maestros y grupos guerrilleros, vale la pena hacer una reflexión sobre la naturaleza de esos grupos.
Explicación:
Respuesta:
Desde que este fenómeno alcanzó relevancia periodística en los últimos meses. Esta cuestión, además, lleva a considerar dos elementos puntuales: el posicionamiento del grupo armado frente los fenómenos sociales de autodefensa y la fuerza con la que cuenta para manipular, o no, dichos procesos.
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Uno de los temas excluyentes en el discurso de las organizaciones clandestinas armadas mexicanas contemporáneas es el paramilitarismo. Sin excepción, en algún momento todas refirieron a la cuestión y es, además, la descalificación a la que apelan cuando vuelven a aflorar las diferencias entre ellas. En el caso de Guerrero, el ejemplo más reciente data del 2005, cuando distintos grupos —tanto clandestinos como legales— caracterizaron a Tendencia Democrática Revolucionaria como tal cuando se adjudicó la responsabilidad por la eliminación física de Miguel Ángel Mesino Mesino. Desde este estricto ámbito, el sentido que se le imprime al término paramilitar es exclusivamente político: lo de Mesino, denunciaron, ha sido un asesinato perpetrado por un grupo irregular en alianza con sectores del poder estatal, específicamente con el figueroísmo, en tanto que para los responsables del hecho fue un ajusticiamiento.
Siempre desde el relato de las organizaciones armadas, devienen paramilitares aquellos sectores en descomposición o bien grupos seudo revolucionarios que abdican de sus ideales y se vinculan de alguna forma con el Estado. Recientemente el EPR hizo puntual referencia al fenómeno y dijo al respecto que “aquí [en Guerrero] como en otros estados donde irrumpió públicamente nuestro partido y ejército, el PDPR-EPR en 1996, se implementó una intensa campaña de contrainsurgencia desplegada en varios frentes, a través de los programas gubernamentales, por medio de la infiltración y cooptación de los militantes y combatientes de nuestro partido y ejército, con el paramilitarismo vía el narcotráfico, en fin, por todos los medios, con el propósito de restarle base social y política al movimiento armado revolucionario como primer paso para poder aniquilarlo, en palabras de ellos se trataba de ‘quitarle el agua al pez donde se mueve’.” La lectura de este párrafo muestra a las claras que, para el EPR, el paramilitarismo es un fenómeno íntimamente vinculado al desarrollo de una guerra de baja intensidad contra la insurgencia.
Una variación sobre el mismo tema es la diferencia entre autodefensa y autodefensa armada que propone la organización clandestina. Según el EPR, el punto fundamental es si la iniciativa es espontánea —vulnerable a instancias gubernamentales— o bajo la dirección del partido revolucionario, como propone. En el mismo periódico ya citado, expresó: “dos son las expresiones fundamentales de las policías, guardias o rondas comunitarias, una obedece a la lógica de la institucionalización del paramilitarismo y la militarización, otra un genuino esfuerzo y manifestación del hartazgo social, pero que por el contexto de violencia y terrorismo de Estado disfrazado de ‘delincuencia’ está siendo arrastrada al espontaneísmo que finalmente conduce a la lógica del paramilitarismo institucional.” Para no dejar dudas, el grupo remarcó en su editorial: “Provocación montada para ingenuos, desinformados y espontaneistas, que sin un análisis sobre fines objetivos y contexto caen en la trampa de la provocación”. (El Insurgente Nº 146, marzo de 2013.)
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Tras la lectura del texto eperrista —donde se desprende que por falta de conducción política revolucionaria sobreviene el riesgo de que grupos de autodefensa se transformen en paramilitares— surge el análisis del papel que juega la guerrilla en esta dinámica social de autodefensa. El EPR ya lo afirmó anteriormente: sectores ahora en descomposición o seudo revolucionarios están en la zona donde emergieron las autodefensas, policía comunitaria y grupos paramilitares; y ese es el vínculo entre una y otra realidad. Para el caso es necesario considerar dos temas fundamentales.
El primero de ellos es que tanto el frente de masas como la modalidad de autodefensa que el EPR reivindica en sus textos no han sido generados por el grupo armado sino que existen previamente y con dinámicas autónomas de cualquier actividad guerrillera; por lo que no ha sido impulsado ni generado desde la clandestinidad. En tanto que el segundo ítem refiere más a una situación de coyuntura antes que de largo aliento y refiere a que en las condiciones actuales (búsqueda de legitimidad del EPR en zonas donde existe fuerte presencia de movimientos sociales) está acotado el espacio militar de actividad guerrillera pues abre la posibilidad de provocar un asedio aún más fuerte contra los movimientos sociales como también acabaría aislando aún más a la guerrilla en esas regiones.