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A los poetas frecuentemente les gusta invocar a las musas para que lleguen las palabras adecuadas a sus mentes.
Este es un ejemplo de invocación perteneciente a la Iliada.
Homero, Iliada, 2, 484-489
"Decidme ahora, Musas, dueñas de olímpicas moradas,
pues vosotras sois diosas, estais presentes y lo sabeis todo,
mientras que nosotros sólo oímos la fama y no sabemos nada,
quiénes eran los príncipes y los caudillos de los Dánaos."
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