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Como materia reconocemos a todo aquello que podemos percibir en nuestros sentidos, es decir, todo lo que podemos ver, oler, tocar, oír o saborear.
Cada una de las distintas formas de materia que constituyen los cuerpos recibe el nombre de sustancia. El agua, el vidrio, la madera, el plomo… son distintos tipos de sustancias y por tanto la composición se refiere a las partes o componentes de una sustancia.
Entre las propiedades del plomo, encontramos su pertenencia al grupo de elementos metálicos conocidos como metales del bloque p, situados junto a los metaloides o semimetales en la tabla periódica.
Hablamos de un elemento químico de aspecto gris azulado, con un punto de fusión de 600.,61 grados Kelvin o 328,46 grados centígrados. Su punto de ebullición se sitúa en 2022 grados Kelvin o 1749,65 grados centígrados.
Los compuestos del plomo son tóxicos y han producido envenenamiento de trabajadores por su uso inadecuado y por una exposición excesiva a los mismos, algo que en la actualidad es casi inexistente gracias a la modernización de controles industriales en aspectos de higiene e ingeniería.
En cuanto a la densidad del plomo, hablamos de una propiedad general de todas las sustancias, pero con un valor especifico para cada una de ellas permitiendo identificarla o diferenciarla de otras.
La densidad del plomo, así como demás sustancias, son una propiedad intensiva y su valor depende de la temperatura y de la presión.
Para determinar la densidad del plomo, tenemos métodos como el geométrico, que consiste en pesar el sólido y medir sus dimensiones (si tiene una forma geométrica regular). Mediante regla y vernier se toman los datos de las dimensiones que permiten calcular la densidad.
Con el método de la probeta, el sólido se sumerge con cuidado en una probeta con un volumen exacto de agua restándolo del volumen final para obtener la densidad.
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