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Herodes fue nombrado primero gobernador de Galilea (47) y posteriormente «tetrarca» para dirigir las relaciones de Roma con los judíos (41); pero hubo de huir ante el ataque de los partos, que apoyaban en el trono a Antígona, la última reina de la dinastía de los Asmoneos o Macabeos, representante de la resistencia judía contra la dominación política y cultural del Occidente grecorromano.
En el año 40 a. C. el Senado romano nombró a Herodes rey de los judíos por indicación de Marco Antonio, con el encargo de recuperar Judea de manos de Antígona. Herodes combatió durante tres años hasta que conquistó Jerusalén y decapitó a Antígona (37).
Su ilegitimidad dinástica y su indiferencia religiosa le hicieron impopular entre los judíos, especialmente frente al partido religioso ortodoxo de los fariseos. Se vio obligado a establecer un régimen basado en el terror, con una persecución sangrienta de la antigua familia reinante (incluyendo el asesinato de su propia esposa asmonea, su suegra, su cuñado y tres de sus hijos).
En ese contexto de obsesión por consolidar su posición en el trono frente a posibles pretendientes se enmarca la «degollación de los inocentes» narrada solamente en uno de los Evangelios (el de San Mateo), episodio literario consistente en una matanza de todos los niños menores de dos años nacidos en Belén, para conjurar la profecía mesiánica según la cual había nacido en aquella ciudad el que habría de ser rey de los judíos, Jesús.
Por lo demás, Herodes fue un rey hábil: supo eludir su participación en la batalla de Actium, lo que permitió que Augusto le mantuviera en el trono después de su victoria, con una autonomía política prácticamente total a pesar de ser vasallo del Imperio; defendió eficazmente el reino frente a los ataques de partos y árabes; construyó ciudades y fortalezas; embelleció la capital; respetó las costumbres locales y comenzó la reconstrucción del Templo de Jerusalén.
Al morir dejó el reino dividido entre sus hijos: Judea, Samaría e Idumea para Arquelao (destituido dos años después por el gobernador romano Poncio Pilato), y Galilea y Perea para Herodes Antipas (el que, según los Evangelios, eludió juzgar a Jesucristo cuando se lo envió Poncio Pilato). El nieto de Herodes, Herodes Agripa I, fue el último rey que gobernó sobre la totalidad de Palestina y el que, según relata San Lucas en los Hechos de los Apóstoles, hizo encarcelar a San Pedro y condenó a muerte a Santiago Apóstol. Bajo su hijo Herodes Agripa II estalló la rebelión de los judíos que llevó a la destrucción de Jerusalén por el emperador Tito y la anexión de Palestina a Siria como provincia romana (70 d. C.).
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