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La región caribe se formó geológicamente por un proceso de fracturación de un supercontinente, Pangaea, hace aproximadamente 175 millones de años. Al principio, Pangaea era una monumental masa de tierra localizada mayoritariamente, hacia el hemisferio sur de la tierra y rodeada por un océano inmenso, Panthalassa.
Al comenzar el proceso de fracturación, se dieron movimientos tectónicos que hicieron aflorar al exterior rocas del manto terrestre. Este afloramiento recibió la presión tanto de las placas de la zona norte y de la zona sur del continente americano. Por otro lado la Placa de Cocos (placa debajo del Océano Pacífico en la costa oeste de América Central) se deslizó por debajo y empujó hacia arriba a la Placa del Caribe. Este proceso de conformación y cambios tectónicos se mantiene aún en la actualidad. Debido a que persiste el empuje ejercido por la Placa de Cocos, la región del Caribe continúa desplazándose hacia el este del continente americano.
La Placa Tectónica del Caribe se extiende por alrededor de una superficie de 3,2 millones de km². Allí están incluidas Centro América desde Guatemala hasta Panamá y todo el fondo del Mar Caribe. Esta placa se encuentra localizada entre otras otras grandes placas: la Norteamericana, la Sudamericana y la de Cocos en el Océano Pacífico.
Los movimientos a los que ha sido sometida, en ambos lados, la Placa del Caribe, han hecho aflorar corteza y magma de numerosos volcanes. Esto ha cambiado la fisonomía de la geografía regional. Este cambio ha influido de una manera decisiva sobre biodiversidad y biogeografía de la fauna. De igual manera, ha ido cerrando el paso que existía entre el Océano Atlántico y Pacífico.
Por otro lado, existe una riqueza geológica producto de los procesos provocados por el movimiento de las placas tectónicas. En consecuencia, existe una gran variedad de recursos minerales de los países asentados sobre esta placa. Erupciones volcánicas y terremotos forman parte de los riesgos geológicos de la Placa del Caribe. Existen zonas críticas como la Fosa de Puerto Rico (punto más bajo del océano Atlántico) donde sus áreas son muy susceptibles a sismos que pueden producir tsunamis.