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La morfología del caballo depende en gran medida de la raza y es lo que influye mayormente a la hora de dar un uso u otro al caballo. Caballos y ponis tienen el lomo bien recto, una bonita cabeza en la que brillan unos ojos claros y un cuello que se prolonga en los hombros bien dibujados. Un sólido torax, unos cuartos traseros imponentes, articulaciones bien adaptadas para el salto y pezuñas resistentes. Es la altura a la cruz lo que condiciona la denominación de caballo o poni, a los que no alcanzan 147 cm. se les llama ponis.
Un caballo de tiro debe tener unos hombros más rectos que un caballo de silla. Éste tendrá los hombros y el cuello más alargados, y los pies no deben levantarse demasiado del suelo en los aires rasantes, especialmente en el trote. En este aire, un caballo de tiro, por ejemplo el hackney, doblará más la rodilla. Los movimientos de un poni de Moorland darán la impresión de titubeo, algo que es importante para desplazarse en terrenos pantanosos.
Un semental debe tener el aspecto de un macho y su cabeza ha de expresar el mismo carácter. Tiene que tener el cuello ancho y musculoso, mientras que el de una yegua será más ligero.