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El libro que nos presenta el profesor Brague es sin duda un texto reflexivo más que informativo,
que responde en gran medida a un deseo profundo, después de años dedicado a la filosofía
medieval en la Universidad de París, de dar a conocer la Edad Media más allá de sus mitos.
Esto se ve reflejado al comienzo cuando ya en el prólogo afirma con un tono un tanto molesto,
que “no tiene nada de sorprendente que menudeen acerca de la Edad Media. Me he esforzado
lo más posible en acabar con esa plaga de parásitos”. En efecto, este es un libro muy bien
escrito, especialmente cercano y de gran profundidad, cuestión nada fácil; permitiendo así
al lector acercarse al medioevo desde el sentido común y la experiencia de una persona que
pretende, como él mismo lo dice, hacer lo que todo profesor universitario debe realizar, a saber:
“restablecer lo que él cree que es la verdad, sea agradable o no lo sea”.
Para estos efectos, en la primera parte del libro, el profesor Brague centra su investigación en
dar a conocer un panorama de la Edad Media, tanto en la consideración misma de ella como
tiempo histórico, como también de las culturas principales que la constituían. Al mismo tiempo,
se interioriza en la unidad y relación de pensamiento filosófico existente entre religiones y/o
culturas diversas durante el medioevo. En concordancia, en vez de intentar analizar a cada
autor por separado, Brague intenta comprender el modo en que teorizaron sobre cuestiones
propias del pensar filosófico, pudiendo así hablar de pensamiento medieval.
Para ello, en la segunda parte, hace un análisis en torno a los rasgos comunes de las denominadas
filosofía islámica, judía y cristiana. Y señalo denominadas porque uno de los temas que
precisamente trata Brague es sobre la existencia de tales filosofías o, si se prefiere, si tienen
real contenido inteligible tales términos. En efecto, ¿es posible separar los pensamientos de las
personas que lo elaboraron, o de las culturas a las cuales pertenecen? Esto le da la posibilidad