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Nuco vivía feliz en un árbol con sus papás que le cuidaban mucho. Lo que más le gustaba era ver jugar a los niños. Cada mañana se asomaba desde su nido y les veía correr, reírse, saltar a la comba… En cuanto supiera volar bajaría a jugar con ellos. Le encantaba oír sus risas, sus canciones, sus gritos… todo era perfecto, de no ser por un extraño sonido que se repetía varias veces al día y tras él, sólo silencio.
Por fin, Nuco se armo de valor, se lanzó al vacío y comenzó a mover las alas. «Mira mamá, estoy volando» gritaba feliz.
Se acercó hasta donde estaban los niños para jugar con ellos, pero al llegar, sonó el ruido extraño y los niños desaparecieron corriendo. Era la sirena del colegio. Nuco se quedó muy triste al ver que todos se iban a clase y él no podía ir.
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