las condiciones de vida de los obreros en el siglo xxi

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Respuesta dada por: NayduRodriguez1
26

Respuesta:

CONDICIONES DE VIDA Y TRABAJO DE LA CLASE OBRERA EN EL SIGLO XIX.

La otra cara de la moneda de la Revolución Industrial fueron las condiciones de vida de los hombres y mujeres que trabajaron en aquellas fábricas, sus durísimas condiciones de vida, la explotación infantil y los salarios tan insignificantes que apenas permitían subsistir, en el mejor de los casos.

El capitalismo industrial y su sistema de fábricas crearon una nueva clase de trabajadores, unidos por la condición común de disponer de una sola fuente e ingresos: el salario que recibían a cambio de su trabajo.

Explicación:

La otra cara de la moneda de la Revolución Industrial fueron las condiciones de vida de los hombres y mujeres que trabajaron en aquellas fábricas, sus durísimas condiciones de vida, la explotación infantil y los salarios tan insignificantes que apenas permitían subsistir, en el mejor de los casos.

El capitalismo industrial y su sistema de fábricas crearon una nueva clase de trabajadores, unidos por la condición común de disponer de una sola fuente e ingresos: el salario que recibían a cambio de su trabajo.

Los obreros o proletariado eran un nuevo grupo social. ¿De donde procedían sus miembros?

→ Campesinos: excedente de mano de obra.

→ Empleados del sistema de trabajo a domicilio.

→ Artesanos independientes de los gremios.

El nuevo modo de producción mucho más intensivo en trabajo y la introducción de las máquinas produce la deshumanización del trabajo como derivación de la acentuada división del trabajo. Frente al artesano que moldea su mercancía ahora aparece el que repite mecánicamente una sola tarea. El proceso formativo del artesano se reduce y nos encontramos con una mano de obra presa de su escasa cualificación profesional.

Respuesta dada por: julianantoniocarvaja
20

Respuesta:

El número de horas de trabajo de los obreros en la Europa del siglo XIX fue muy variable, y sus condiciones laborales muy precarias, en función de la actividad desarrollada. En las fábricas algodoneras la duración de la jornada podía llegar a las quince horas. La duración de la jornada fue disminuyendo a lo largo del siglo XIX. Hacia 1870, los obreros ingleses trabajaban como media unas doce horas diarias y con pocos días de descanso. En la década de los años ochenta, la jornada se fue rebajando hasta las diez o nueve horas. Una de las grandes reivindicaciones de las organizaciones obreras durante todo el siglo XIX y los primeros años del siglo XX fue la jornada de ocho horas de trabajo, seis días a la semana. En algunos países de Europa se tardaron décadas en conseguirlo.

Mujeres y niños constituían una buena parte de la mano de obra de la época de la Revolución Industrial. En el año 1839, la mitad de la clase obrera británica estaba constituida por mujeres. En el inicio de la década de los años cincuenta, se sabe que trabajaba el 28% de la población comprendida entre los 10 y 15 años.

Los salarios eran muy bajos y muy ajustados para satisfacer las necesidades básicas de los trabajadores. El trabajo infantil estaba mucho peor remunerado, lo mismo que el de las mujeres, que percibían alrededor de la mitad del salario de los hombres. A partir de los años cincuenta, los salarios tendieron a subir, especialmente para los obreros cualificados, pero el nivel de vida de los trabajadores continuó siendo muy bajo.

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