Respuestas
Nuestro cuerpo ha evolucionado de modos muy precisos para adecuarse a las características terrestres: temperatura, atmósfera, gravedad, etc. Pero, ¿qué pasaría si las temperaturas en nuestra bien amada Tierra fuesen las de Mercurio? ¿Y si los días durasen lo que en Venus? ¿De qué modo resolveríamos cosas tan cotidianas como darnos una ducha o hablar por el móvil en Júpiter? Los astrónomos planetarios, encargados de estudiar los cuerpos del Sistema Solar, han echado un vistazo a lo que “se cuece” en otros barrios de nuestro entorno y, como si de la visita a un parque temático se tratase, te mostramos sus conclusiones.
Primera parada: Mercurio. Nuestro reloj biológico no se encuentra muy a gusto aquí. La combinación de sus movimientos de traslación alrededor del Sol (88 días terrestres) y de rotación sobre su eje (59 días) supone experimentar una jornada (de mediodía a mediodía) extremadamente larga: 176 días, lo que duplica la longitud de su año. Muy adecuada para aquellos a quienes siempre nos faltan algunas horas en el trabajo o varios días en las vacaciones, aunque incompatible con nuestros ritmos biológicos