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Respuesta:
Aristóteles en Física II, 1. En dicho pasaje, el filósofo señala que, “la naturaleza es un principio y causa del movimiento o reposo en la cosa a la que pertenece primariamente y por sí misma” (Phýs. 192b 21-23). Por ello, tener naturaleza es tener el principio antes mencionado (Cfr. Aristóteles. Phýs. 192b 32-33). En cambio, ser conforme a naturaleza se refiere contar con todas las características cuantas les pertenezcan por sí mismas[1]. Mientras que, ‘ser por naturaleza’ se refiere a la ubicación de la causa interna de determinada realidad; pues, en tanto que la causa sea externa resultaría improcedente considerarla natural.
Ahora bien, el planteamiento abordado en Física es congruente con el expuesto por el filósofo de Estagira en Metafísica Delta, al abordar el concepto de Naturaleza. Naturaleza se dice en cinco acepciones: 1) la generación de las cosas; 2) lo primero a partir de lo cual comienza a crecer lo que crece, siendo aquello inmanente en esto; 3) aquello de dónde se origina primeramente el movimiento que se da en cada una de las cosas que son por naturaleza y que corresponden a cada una de éstas por ser lo que son; 4) primero de lo cual se genera cualquiera de las cosas que son por naturaleza, siendo incapaz de cambiar su propia potencia (se refiere a los elementos de las cosas que son por naturaleza); 5) cierto tipo de substancia.
Seres naturales y artificiales según Aristóteles
Así, de acuerdo a la primera acepción del concepto naturaleza, los seres naturales se generan, en tanto que los artificiales se producen. Pues, en los primeros el motor de su generación es intrínseco, mientras que en el segundo es extrínseco, como lo destaca la segunda acepción. En el tercer sentido, naturaleza se refiere al origen del movimiento. En la cuarta, se destacan los elementos necesarios para ser determinada realidad. Por último, el quinto sentido señala que la realidad natural siempre será una substancia.
Por ello, ‘naturaleza será lo primero a partir de lo cual comienza a crecer lo que crece, siendo inmanente en esto’. Pues, una realidad se manifiesta como natural cuando es capaz de automovimiento. Así, por automovimiento no me refiero exclusivamente al movimiento y reposo (Cfr. Düring, I. Aristóteles, 319), sino también a procesos tales como el crecimiento, el desarrollo, la generación... Por tanto, el sentido fundamental de naturaleza se refiere a la substancia que posee el principio del movimiento en sí misma y por sí misma. En tanto que, la naturaleza es el principio de movimiento de las cosas que son por naturaleza, siendo inmanente en éstas, tanto en potencia, como en plena actualización.
Qué significa la frase “el obrar sigue al ser”
Como estudiosos de la naturaleza es relevante indagar sobre el ser por el cual se lleva a cabo determinado proceso. La realidad natural está compuesta por materia y forma. La materia será la condición necesaria, mientras que la forma aduce a la condición suficiente para que una realidad sea lo que es y no otra distinta. La forma específica en Aristóteles se entiende de la siguiente manera (Cfr. Aristóteles, Physica, 198b 5-9): i) que se siga necesariamente de aquello, ii) si esto ha de ser entonces tendrá que ser aquello, y iii) como la esencia de la cosa. De estas acepciones podemos concluir que, las cosas están hechas en función de su naturaleza, puesto que nada se lo impide y porque son para algo. Reza el adagio filosófico: el obrar sigue al ser. En este punto es necesario reconocer que solamente la forma específica estará de acuerdo con la naturaleza de la realidad que se trate; puesto que, de tal manera operará.
Respuesta:
Apelar a la naturaleza humana representó, durante siglos, la argumentación concluyente destinada a convencernos. Pero la referencia a la "naturaleza humana" se ha ido esfumando hace tiempo de la mayor parte de las disciplinas donde era tradicional: de la antropología, la ética, la filosofía, la política, la economía. En la filosofía del derecho no representa hoy más que una antigualla. Solo en ciertas posiciones de una filosofía caduca y de una teología moral fosilizada quedan aún quienes defienden su vigencia, contra viento y marea. Pero no cabe rechazar la clarificadora generalización del enfoque evolucionista e histórico a nuestra visión de todo acontecer.
No obstante, a la apología de la naturaleza humana se sumaron, hace un tiempo, otros espadachines, entre quienes destacan los etólogos (como Konrad Lorenz, Niko Tinbergen, Robert Ardrey) y los sociobiólogos (Edward O. Wilson y David Barash), que se baten por una explicación natural del hombre, ya sea con sus teorías en torno al determinismo instintual del comportamiento, o bien postulando el control genético sobre una serie de rasgos conductuales. Este tipo de investigaciones empíricas biogenéticas y neurocerebrales es muy interesante, pero aquí no voy a tratar de ellas, sino de diversas concepciones de la naturaleza humana sostenidas en nuestra tradición filosófica.
Su repercusión se halla presente incluso en la conversación ordinaria, en la que con inusitada frecuencia aparece el recurso a la idea de "lo natural", especie de comodín con el que se cree explicar infinidad de cosas. Otras veces se busca apoyar o legitimar algo, dando a entender el argumento: Si es natural, está plenamente justificado. De este modo, el prejuicio cumple su función, a expensas de la verdad.