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En 1973 se celebró el 750 aniversario de la llamada «Regla bulada» o «segunda Regla» de san Francisco. Para conmemorarlo, el Pontificio Ateneo Antoniano de Roma organizó un «Encuentro interfranciscano», que tuvo lugar el 16-IV-73 y en el que participaron representantes de las diversas familias franciscanas. A continuación ofrecemos la ponencia del P. Esser.
La Regla de los Hermanos Menores aprobada por Honorio III en 1223, a la cual los hermanos dicen el «sí» en la profesión, es el fundamento de su fraternidad. Esta Regla es ciertamente un documento de carácter jurídico que contiene prescripciones jurídicas con limitaciones precisas. Y este aspecto, en el pasado, ocupó de tal manera el primer plano que, debido a la casuistica derivada del mismo, se olvidó que esta Regla es también un documento espiritual. Este predominio de la mentalidad jurídica impidió a muchos Hermanos Menores aceptar con gozo su Regla. Buscaban el espíritu y la vida en otra parte, no en su Regla.
Dejando a un lado, por esta vez, la tradición jurídico-casuistica, queremos contemplar la Regla como documento histórico: vemos inmediatamente que tiene un carácter marcadamente personal, siendo frecuentes las expresiones en primera persona: «A los cuales yo amonesto y exhorto...»; «Aconsejo, amonesto y exhorto a mis hermanos en el Señor...»; «Mando firmemente a todos los hermanos...»; «Mando por obediencia a los ministros...». Es Francisco en persona quien habla a los hermanos en la Regla. Los llama «carísimos hermanos míos» y «amadísimos hermanos». Les habla de su vida de ellos y, consiguientemente, designa todo el escrito con el nombre de «regla y vida de los Hermanos Menores».
Este hecho pone ya en evidencia que la tal «regla y vida» es mucho más que un documento jurídico que intenta regular todos los pormenores. Tanto al redactar la Regla como el Testamento, Francisco tiene ante los ojos la vida concreta de sus hermanos, e intenta infundirle un alma. Ante este hecho, y otros muchos detalles que no podemos evocar aquí, el historiador constata como dato decisivo: quien habla en la Regla no es un jurista, sino el padre espiritual a quien interesa la vida que debe ser animada por un espíritu bien determinado.
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