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Se puede mencionar que un gobierno militar, tiene una imposición de fuerza mucho más ordenada, que no eficaz, como por ejemplo en la España de Franco, o el Chile de Pinochet, pero esto no es más que un eufemismo para maquillar el hecho de que simplemente se utiliza un modelo jerárquico y ordenado para destruir, figurada y literalmente, a cualquier individuo o colectivo que pueda ser un problema potencial a la instauración del modelo de fuerza que se plantea.
En un gobierno militar, el orden y la jerarquía es automático, el modelo esta consolidado y los reemplazos en el engranaje se producen casi de modo automático, sin que la estructura se resienta.
En una dictadura donde el ejercito no tome parte, porque si es parte de la contraparte hablaríamos de una guerra civil, la denominaríamos como revolución y se me ocurren los ejemplos de los Tonton Macoute haitianos o los Pol Pot de Kampuchea.
Aquí el poder no sólo actúa contra los supuestos enemigos del movimiento, sino que el proceso de jerarquización y orden del estamento de gobierno genera purgas dentro del propio movimiento, lo que a su vez provoca un aumento de la violencia indiscriminada contra cualquier persona o colectivo, más allá de los preceptos del argumentario ideológico inicial.
Desde un punto de vista absolutamente sintético, este modelo es mucho más depurativo de la población, porque no hay nada más homogeneizador que el terror irracional, siempre que el modelo no se autodestruya en su propio genocidio.