¿Por que, Rusia entra a participar en la Primera guerra mundial?
Es urgente por favor, doy muchos puntos :v
Respuestas
En una entrevista concedida a RBTH, su hijo Pável Andolenko, también él exoficial de la Marina Francesa, divulga las principales tesis de su padre. Estas contradicen la opinión dominante, que se limita al recuerdo de Brest-Litovsk (la paz firmada por los bolcheviques) y a la penosa actuación del Ejército ruso. Para Andolenko, esto no fue así en absoluto hasta la abdicación del zar Nicolás II.
Por el contrario, la intervención del Ejército Imperial ruso fue determinante para el transcurso la Primera Guerra Mundial (1914-1918), así como para la victoria final. El centenario del estallido de la Gran Guerra es una ocasión única para recordarlo, ya que una idea muy extendida en la conciencia histórica occidental afirma que la Revolución de octubre de 1917 es resultado de la derrota del Ejército ruso. El mismo estereotipo reduce al mínimo el rol de las tropas rusas en la victoria de noviembre de 1918. Las investigaciones de Serguéi Andolenko se encuentran hoy de plena actualidad. En su opinión, la desinformación a todos los niveles de la que son víctimas nuestros contemporáneos “conduce, inconscientemente o no, a que todos los estados cómplices de esta superchería conserven datos falsos en sus respectivas memorias”.
1914: la ofensiva contra Prusia salva al Ejército francés en el Marne
Para el general Andolenko, el Ejército ruso, que se une a la guerra en 1914, es uno de los mejores de su tiempo. Pero “pero está gravemente limitado por dos puntos débiles inherentes a su país”: el tamaño de Rusia (40 veces Francia, dos y media los EE UU), que agrava las dificultades logísticas, y una economía en fuerte expansión al inicio del conflicto, pero aún no lo suficientemente consolidada para adaptarse a un enfrentamiento global de larga duración.
Estos dos hándicaps van a obligar al Ejército ruso a “llevar a cabo su misión en condiciones inhumanas” durante los primeros años del conflicto. El 17 de agosto de 1914, Rusia lanza una ofensiva contra Prusia oriental, para la que su Ejército no estaba preparado. El Imperio ruso responde al llamado de Francia para permitirle resistir la ofensiva alemana en el Marne. Este combate “en favor de los aliados”, como lo denomina hoy el realizador e historiador peterburgués Víktor Pravdiok, le costará a Rusia más de 100.000 muertos y una derrota en Tannenberg.
Pero todo empieza bien. Las primeras victorias alarman al Estado Mayor alemán, que desguarnece el frente oeste de dos cuerpos del ejército y una división de caballería, lo que posibilitará más tarde el “milagro” del Marne. Esta victoria está lejos de haberse debido únicamente a las razones tan celebradas en nuestras escuelas.
1915 : Verdún antes de Verdún en el frente este
Andolenko califica el año 1915 de “Verdún antes de Verdún”: el Ejército ruso va a sufrir todo lo que la industria alemana era capaz de producir. A las hecatombes de 1914 se añadirían las de 1915, aún más terribles. La industria rusa no estaba a la altura y en el campo de batalla los soldados debían recoger las armas de sus camaradas muertos.
Sin embargo, nada los detuvo: continuaban combatiendo con bayonetas, cuchillos e incluso con las manos desnudas... Rusia perdió cerca de dos millones y medio de soldados entre heridos y muertos (en total, la dos Guerra Mundial le costará dos millones de muertos, y Francia sacrificó un millón y medio).
Los alemanes, conscientes de que no podían ganar en dos frentes, propusieron a Rusia por separado una paz, ofreciéndole también un magnífico regalo: Constantinopla y su estrecho. Según la lógica militar, los rusos habrían debido solicitar un armisticio, ya que compensaba con vidas humanas su inferioridad en equipamiento y armas. No lo hicieron; Nicolás II rechazó el ofrecimiento alemán para no abandonar a sus aliados. Y continuó la carnicería.
1916: el punto de inflexión
En 1916, Alemania reactiva sus tropas en el frente oeste: hablamos de Verdún y la batalla del Somme. Para los rusos, es un pequeño respiro que aprovechan para aprovisionarse y equipar sus tropas, gracias a los fulgurantes progresos de la industria. Lanzan al menos dos ofensivas decisivas para el desarrollo de la guerra: la del general Brusílov en junio, hacia Basarabia (actual Rumanía), que deja fuera de combate a dos millones de soldados enemigos, y la del general Yudénich, que derrotó a los turcos en el frente del Cáucaso y llegó hasta el Éufrates.
Gracias a esta recuperación del Ejército ruso, los aliados miraron el conflicto con más optimismo. Winston Churchill, por aquel entonces ministro de Armamento, afirma que “pocos episodios de la Primera Guerra Mundial son más sorprendentes que la recuperación, el abastecimiento y el gigantesco esfuerzo de Rusia en 1916”.