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El 476 es una cifra arbitraria. Se podría haber considerado de la misma forma el año en que Oriente y Occidente se separaron definitivamente, el año en que fue asesinado Julio Nepote (último emperador de Occidente reconocido por su colega imperial), el del saqueo de Roma por los visigodos, el de la rotura definitiva de la frontera del Rin,...
La "caída" en si es que la estructura estatal de Occidente, a diferencia de la oriental, no fue capaz de resistir la penetración germana.
Hay diferentes motivos. En primer lugar, el debilitamiento demográfico, que empezaría con la peste de finales del siglo II. A éste siguió la crisis del siglo III (política, militar, institucional, económica), de la que, sin embargo, el Imperio consiguió recuperarse parcialmente durante el siglo IV. La primera penetración "definitiva" de los germanos se produjo en la segunda mitad del siglo IV: Juliano el Apóstata se vio obligado a aceptar los asentamientos francos en la zona de Bélgica (curiosamente, éstos se portarían como leales aliados del Imperio hasta el colapso final), y Teodosio se vio obligado a reconocer la presencia de los visigodos en el sur del Danubio.
El Imperio ya no pudo asimilar a ambos grupos, que se conservaron unidos y diferenciados. A diferencia de los francos, los visigodos dieron bastantes problemas al Imperio una vez muerto Teodosio. Usados como herramienta de presión entre los gobernantes de Oriente y Occidente, saquearon Grecia hasta que fueron enviados a Iliria; de allí entraron en Italia y, pese a unas derrotas iniciales, consiguieron entrar en Roma y recorrer libremente buena parte de la Península. Al salir de allí, se dirigieron a la Galia y la Tarraconenes, hasta que trataron con el Imperio su establecimiento como federados en Aquitania,
Durante esas luchas, los romanos abandonaron Britania y una confederación de germanos cruzó la frontera del Rin, que ya no volvería a ser restaurada.
A partir de allí, la autoridad imperial iría en retroceso, aferrándose a las tierras que bañaban el Mediterráneo. Con el paso África de los vándalos, el Imperio Occidental tuvo que debatirse entre la necesidad de conservar África o la Galia, alternando ambos objetivos con el resultado que se perdieron ambas. En ese momento, Roma ya no disponía de ejércitos propios, reclutando contingentes enteros de germanos. Sus jefes (Estilicóm, Aecio, Ricimero, Orestes, Odoacro) llegaron a controlar el gobierno, nombrando y deponiendo emperadores. Finalmente, Odoacro derrotó a su rival, Orestes, y no se dignó en nombrar otro títere para que ocupara el trono.
En Oriente, se evitó una situación similar con una reacción antigermana. El emperador León I, apoyándose en tropas de procedencia isáurica consiguió arrestar y ejecutar al magister militum germano Aspar, que durante muchos años había controlado el gobierno. A partir de aquí los germanos perdieron toda influencia en el gobierno.