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Es la capacidad que tienen las personas para reconocer, entender y manejar sus propias emociones, así como las de las personas a su alrededor. De esta manera se facilitan las relaciones interpersonales, así como la obtención de metas, el manejo del estrés y la resolución de problemas. En pocas palabras, tener inteligencia emocional es estar sintonizado con nuestras propias emociones y el impacto que estas tienen en nosotros y quienes nos rodean, así como el impacto que las emociones de los demás tienen en nosotros y las reacciones (empatía) que demostramos a amigos, familiares y/o colegas cuando estos manifiestan descontento, felicidad, rabia, aburrimiento, tristeza, etc.
La inteligencia emocional se divide en inteligencia intrapersonal, e interpersonal. La primera se refiere a la comprensión de nuestras propias emociones y a la manera en la que reaccionamos a ellas, y cómo tomamos decisiones y regulamos nuestras emociones. La segunda se refiere a cómo comprendemos las emociones de los demás y a cómo actuamos según el estado de ánimo que percibimos en los demás.
Se dice que las personas que han trabajado en sí mismos para adquirir conciencia de su inteligencia emocional saben:
manejar mejor las experiencias negativas;
tener mayor capacidad para identificar las emociones y saber con precisión qué es están sintiendo exactamente;
identificar las emociones de los demás;
establecer relaciones con base en la compresión de las emociones de los demás (comprender cómo se siente alguien ayuda a establecer un canal de comunicación más abierto);
mantener buenas relaciones; basados en la compresión integral de los otros;
influir en los demás; gracias al entendimiento y respeto por las emociones y puntos de vista del otro;
comunicar sus puntos de vista con claridad; dado que hay entendimiento y respeto por el otro y sus emociones es más fácil comunicar los propios puntos de vista de manera efectiva;
manejar conflictos; porque la empatía que han desarrollado les permite ser árbitros imparciales y justos;
trabajar en equipo; conociendo quién es cada elemento del grupo y sus fortalezas y debilidades;
Al entender mejor las emociones, quienes han trabajado en su inteligencia emocional son capaces de relacionarse mejor con los demás, tener más éxito en su trabajo y llevar vidas más satisfactorias. Así pues, es frecuente que tengan también una alta inteligencia social.
De acuerdo a los estudios realizados por los psicólogos Peter Savoley y John D. Mayer hay cuatro momentos fundamentales para desarrollar la inteligencia emocional. En su modelo se elaboran cuatro factores:
Percibir las emociones con precisión; quiere decir esto que hay que aprender a leer las emociones no verbales como el lenguaje corporal y/o las expresiones faciales, así como las emociones propias (saber qué se siente en cada momento, el origen del sentimiento y la conclusión de cómo ese sentimiento afecta el comportamiento y el pensamiento).
es la capacidad de escoger las mejores opciones en la búsqueda de una solución.