Respuestas
El consumo de cocaína provoca un aumento, por lo general dependiente de la dosis, de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial, acompañados de dilatación de las pupilas y aumento de la temperatura corporal. Además, produce una sensación de estimulación breve que el sujeto puede experimentar como una elevación transitoria del estado de ánimo, aumento de la confianza y de la agudeza mental, excitabilidad, locuacidad, así como disminución de las sensaciones de fatiga y sueño. Sin embargo, destaca sobre todo una intensa sensación de euforia, cuya intensidad y brevedad ayudan a entender el deseo, ansia (o craving) por más cocaína y por lo tanto el uso continuado de esta droga. Tanto los efectos subjetivos como los fisiológicos aparecen de forma casi inmediata, y si bien son independientes de la vía de consumo, la intensidad con que se experimentan sí va a depender de la dosis, de la vía de administración y del patrón de consumo.
Al desvanecerse la euforia, se instauran sensaciones de tipo disfórico, caracterizadas por decaimiento o hundimiento, cansancio y una intensa ansia de más cocaína, acompañadas de agitación y ansiedad. Finalmente, puede dar lugar a fatiga, agotamiento, hipersomnolencia y apetito descontrolado. Todos estos síntomas desaparecen, a la vez que reaparece la euforia, con la siguiente toma de cocaína y explica la “necesidad” que experimentan muchos consumidores de continuar tomándola descontroladamente una vez se han desvanecido los efectos de la dosis ingerida.