Respuestas
LA tierra verde se ha entregado
a todo lo amarillo, oro, cosechas,
terrones, hojas, grano,
pero cuando el otoño se levanta
con su estandarte extenso
eres tú la que veo,
es para mi tu cabellera
la que reparte las espigas.
Veo los monumentos
de antigua piedra rota,
pero si toco
la cicatriz de piedra
tu cuerpo me responde,
mis dedos reconocen
de pronto, estremecidos,
tu caliente dulzura.
Entre los héroes paso
recién condecorados
por la tierra y la pólvora
y detrás de ellos, muda,
con tus pequenos pasos,
eres o no eres?
Ayer, cuando sacaron
de raíz, para verlo,
el viejo árbol enano,
te vi salir mirándorne
desde las torturadas
y sedientas raíces.
Y cuando viene el sueño
a extenderme y llevarme
a mi propio silencio
hay un gran viento blanco
que derriba mi sueño
y caen de él las hojas,
caen como cuchillos
sobre mí desangrándome.
Y cada herida tiene
la forma de tu boca.
Todo se fue mudando, hoja por hoja,
en la selva del mundo.
Todo se va sin respuesta,
el tiempo pide tiempo al tiempo
para ver crecer un pistilo.
Mi explanada de papel
con cepas de mosto al viento,
pide permiso
para recoger entre letras moradas
el llanto de un niño.
Camina desnudo de pan y de trigo;
sus lágrimas son como las tuyas,
igual que las mías, con dolor negro
en campos de arroz.
Sus pies descalzos
se salen de la pantalla,
¿no lo habéis reconocido?
Camina sin caminar
con un fusil de madera
por esta selva del mundo.
Su boca vacía de todo
me pide que grite por él,
¡socorro, se muere!,
¡socorro, me muero!
Se queda sin tinta el poema,
se tuerce el renglón
por esos trocitos de carne,
roto de amor.