Respuestas
Características de la cultura del valle del Indo
Stuart Piggot dio un juicio negativo de esta cultura, que en parte comparte el visitante de Mohenjo-Daro, de Harappa y del Museo de Karachi: 'la mano muerta del conservadurismo en el diseño, más que en la técnica, se hace en todos los productos harappenses. Se conocían complejos procesos técnicos, pero la producción padecía de uniformidad y de utilitarismo casi puritano. Al trabajar dentro de estos estrechos límites de formas tradicionales, fosilizados por los siglos de una rígida posición mental de la que no cabía escapar, el artista o artesano pudo hallar pocos caminos, salvo en el desarrollo de la maestría técnica. El cuadro de la civilización de Harappa parece haber excluido los grandes monumentos, como templos, palacios o sepulturas, en los que una explosión de proezas artísticas hubiera podido redundar en gloria de dioses y orgullo de un monarca espléndidamente derrochador. La reserva de esos lisos muros de ladrillo, la arquitectura sin adornos de incluso los edificios de la ciudadela, la monótona regularidad de las calles y el sofocante peso de una muerta tradición se combinan para hacer de la civilización de Harappa una de las fases menos atractivas de la Historia del Oriente'.
Este juicio tan demoledor es, en parte, verdadero, pero unilateral. El urbanismo de Mohenjo-Daro impresiona al visitante y la ciudad está bien planificada, con detalles como el de un alcantarillado muy avanzado. En el arte ha dado piezas de gran calidad, como la bailarina, el torso del varón, el toro y las figuras de la glíptica. Su mayor legado estuvo, quizás, en la religión, en la figura de Siva.
El urbanismo de Mohenjo-Daro
Lo primero que llama poderosamente la atención al visitante de Mohenjo-Daro es la monumentalidad del urbanismo, bien patente ya desde la entrada a la ciudad. Impresionan la altura de los edificios, todos ellos construidos de ladrillos, sin decoración ni ventanas, su uniformidad y su extensión. Los muros de las casas están fabricados de ladrillos colocados en hileras, alternando a soga y tizón. Ladrillos sin cocer cimentaban las terrazas y, quizás, se usaban también en las partes superiores de las paredes. Los ladrillos cocidos se colocaban frecuentemente sobre un mortero bituminoso en los muros. Mohenjo-Daro y Harappa contaron con albañiles que conocían bien la técnica de construcción. En lo referente a las técnicas arquitectónicas, no pasaron del arco de ménsula, que se empleaba en las puertas de casas -de 1 m de ancho aproximadamente-, en los boquetes de ventilación y en las cloacas. Los tejados eran planos y se apoyaban en una columna de madera. Los constructores de Mohenjo-Daro no usaban la bóveda, ni la cúpula, ni el arco. De esta arquitectura no pervivió nada.
Harappa
Actualmente Harappa, a diferencia de Mohenjo-Daro, se encuentra muy destruida, debido al robo de los ladrillos, por lo que da una impresión muy pobre al que recorre sus ruinas. Estaba asentada en la fértil ribera del río Ravi. Al igual que Mohenjo-Daro, tenía una ciudadela fortificada, asiento probablemente de una administración muy centralizada. Había también un barrio de artesanos, con suelo de ladrillos, graneros, talleres y panaderías. Se han localizado más de 75 aldeas desplegadas en el espacio comprendido entre la costa y las estribaciones de las colonias del norte, seguramente habitadas por campesinos. Esta dispersión de hábitat perteneciente a una misma cultura, excede a la que se conoce en las civilizaciones contemporáneas de Irán, de Mesopotamia y de Egipto.