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GRECIA Y ROMA
Grecia es considerada la cuna de la civilización occidental. Su origen se
debe especialmente al maravilloso desarrollo cultural durante la época de la Antigua
Grecia, principalmente fines del siglo V a. C. hasta la dominación romana. Fue lugar
de nacimiento de la filosofía, democracia, principios de las ciencias y matemáticas,
como así también de los famosos Juegos Olímpicos y de un desarrollo importante
en el Arte.
No obstante, siglos anteriores también han sido de gran importancia para el
desarrollo de estos sucesos históricos, entre ellos cabe destacar a los egipcios que
han tenido un papel fundamental en la obra histórica que conforma nuestro mundo
actual. El origen del arte griego se debe en gran medida a ellos, a su estudio y
tradiciones que han perdurado por muchos años.
Siglos más tarde, se han encontrado vestigios de las primeras cerámicas y
demás tradiciones que han pertenecido a los primeros dominios en Grecia, con gran
similitud a ciertas características egipcias y, especialmente por su arte bastante
rígido y primitivo, que a su vez transmitía una representación clara y sencilla de lo
que querían comunicar. Este arte, era desarrollado y transmitido por dominios de
pequeñas regiones a lo largo del Mediterráneo, uno de los cuáles fue en la Isla de
Creta, el cual fue copiado más tarde en la Grecia continental. Al principio estos
dominios eran lugares, donde su fruto era el comercio principalmente marítimo que
eran gobernados por reyes poderosos y tan ricos que se apoderaban de las tierras a
medida que acrecentaba su poder (siglo VII a. C.).
A medida que la conquista fue avanzando y las tradiciones iban siendo
transmitidas por generaciones y generaciones de culturas, poco a poco Grecia iba
adquiriendo cada vez más poder, desarrollo cultural y a su vez mayor importancia.
Es así que de todas las ciudades-estado que conformaban Grecia de aquel
entonces; la más famosa e importante en el desarrollo del arte fue Atenas. Fue allí
donde se produjo una verdadera revolución en el arte. Ya en el siglo VI a. C. se
construyeron los primeros templos de piedra. Aquí cabe destacar por ejemplo la
arquitectura que habían desarrollado, con sus famosas columnas que a lo largo de
los años fueron adquiriendo diferentes estilos. Los más reconocidos, hoy día, son el
orden dórico, jónico y corintio. Su peculiar estructura se basaba que tuvieran un
cierto movimiento, un abultamiento hacia su mitad, procurando que parecieran más
flexibles y ligeras; decoradas en sus extremos, especialmente el superior y que no
fueran sólo figuras cilíndricas simples, toscas. Este es un claro ejemplo, de la idea
de ellos de querer embellecer todo lo representado. Su objetivo de querer buscar
siempre lo BELLO y la DIVINA PROPORCIÓN. Así destacamos también las
fabulosas esculturas que, lamentablemente casi todas han sido destruidas y sólo se
han encontrado réplicas pero que por suerte nos han dejado admirar y tratar de
entender su manera de sentir de aquellos tiempos. Ejemplos como los
representados por los reconocidos artistas Fidias ó Praxíteles han dejado
vislumbrado a más de un espectador. Su búsqueda de la constante precisión y un
ideal de belleza, eliminando ya prácticamente todo signo de rigidez; han permitido
que millones de artistas de nuestros días se hayan inspirado y hayan adquirido
técnicas ejemplares.
Fue en aquellos tiempos que el artista no se hallaba conforme con sólo
seguir una técnica e imitando modelos egipcios; sino que buscaba experimentar por
sí mismo; y fue así que los griegos incorporaron en sus talleres nuevas ideas de
representar la figura humana, con minucioso detalle, cada músculo que conformaba
la contextura corporal, era analizado por los ojos de estos ingeniosos y
revolucionarios artistas. Los pintores, no sólo escultores, seguían sus mismo pasos
de investigación en la decoración de sus cerámicos. Uno de sus mayores
descubrimientos fue el “escorzo”, un pie visto finalmente de frente. Lograron superar
la técnica de los egipcios, lograr mayor naturalidad en los movimientos; en s
En cuanto a su situación social ó política, los artistas comenzaron a tener
otro desempeño como hombre de ciudad. Tal vez no eran considerados miembros
cabales de la sociedad, pero ya podían ser escuchados y podían participar en los
asuntos del gobierno, gracias al desarrollo de la democracia.
Poco a poco fue cada vez mayor su experiencia e importancia, como
podremos encontrar las ruinas de la famosa Acrópolis, donde el Partenón es uno de
sus más fieles exponentes, entre otros templos dedicados a adorar a sus dioses. Su
representación artística y más claros ejemplos eran con el objetivo de adorar a estos
dioses que conformaban su vida diaria. Aquellos dioses, que encontramos en los
relatos homéricos, obras literarias que perdurarán por siempre y que nos transporta