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Mi planta de naranja-lima es una novela de José Mauro de Vasconcelos, una de las más leídas de la nueva literatura brasileña. El autor continúa la historia en Vamos a calentar el sol. Está narrada en primera persona y posee un altísimo nivel autobiográfico
Narra la historia de un niño extraño llamado Zezé Vasconcelos, quien a sus 5 años siente lo que significa ser pobre. Él y su familia se mudan de vivienda por motivos económicos y cerca de esa casa, en una zanja encuentra un pequeño árbol de naranjo y lo bautiza como «Xururuca»; con él comparte sus experiencias y lo hace su amigo imaginario. En su imaginación, Xururuca es un ser fantástico que puede imitar a varios personajes de cine, hablar, correr e incluso transformarse en un poni y cabalgar caballos con cuernos.
Zezé vive con su padre, Paulo Vasconcelos (quien perdió su empleo por una pelea con el gerente de la fábrica instalada en su pueblo), su madre, Estefanía Pinagé (de quien siente orgullo por ser «hija de indios» y quien trabaja en un telar) y sus hermanos: Jandira, de 22 años (la mayor), Lalá (quien se emplea como obrera en la misma fábrica en la que trabaja su padre para ayudar a la familia), Gloria, de 15 años (quien lo defiende de los maltratos que recibe de parte de sus padres y demás hermanos), Antonio "Totoca", de 9 años (el mayor de los varones, que siempre busca sacar ventaja en todo) y Luis (el más chico de la familia, a quien Zezé cariñosamente llama "El Rey Luis"). También están la abuela Dindinha y su tío Edmundo, quien le enseña muchas cosas culturales y siempre se refiere a Zezé como un «niño precoz» pues a sus 5 años aprendió a leer sin ayuda alguna. Dicho motivo es pretexto para llevarlo al colegio, aumentándole falazmente la edad a 6. Allí conoce a Cecilia Paim, su maestra.
Zezé y otros niños juegan al «murciélago», que consiste en subir a la parte trasera de un automóvil y pasear gratis por la ciudad; pero nadie se anima a trepar en el auto de Manuel Valadares, un portugués gordo de carácter fuerte. Zezé se atreve, pero es sorprendido y sumamente humillado por él. Al pasar los días, por querer recoger guayabas, Zezé cae en una zanja, se corta el pie con un vidrio y es auxiliado por Gloria. Al día siguiente, cuando va al colegio es visto por Valadares y se compadece de la herida del niño, lo lleva a la farmacia y lo hace curar. Éste será el inicio de una tierna amistad y el amor filial crecerá entre ambos, pero dicha amistad será interrumpida por el Mangaratiba, ferrocarril de la ciudad. Con la muerte de «Portuga» (así llamaba Zezé a Manuel Valadares) y también con la de Minguito, Zezé maduró precozmente, enfrentado al dolor de dicha pérdida secreta.