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CHILE :
La historia de Chile se dividide generalmente en doce periodos que abarcan desde el comienzo del poblamiento humano del territorio del actual Chile hasta nuestros días.
El periodo prehispánico corresponde a la historia de las diferentes etnias amerindias presentes en el territorio, extendiéndose desde alrededor del año 14 800 A.C. hasta la llegada de los conquistadores españoles. A partir de 1492, se iniciaron las exploraciones europeas en el continente americano. Fernando de Magallanes y su expedición fueron los primeros europeos en llegar a Chile por el sur a través del estrecho que hoy lleva su nombre en 1520 y Diego de Almagro comandó una expedición hasta el Valle del Aconcagua y el norte del actual Chile en 1536.
El tercer periodo corresponde a la conquista española, que se extendió entre 1536 y 1598 con la Guerra de Arauco, durante la cual los españoles estuvieron cerca de ser exterminados por los indígenas mapuches. El período colonial cubre algo más de dos siglos, entre 1598 y 1808, lapso marcado por el establecimiento de las instituciones coloniales.
El denominado periodo de la Independencia se desarrolló desde la deposición del gobernador español en 1810 hasta el exilio del Libertador Bernardo O’Higgins en 1823. Estuvo marcado por diversas batallas contra los realistas, que lograron reconquistar brevemente el país, y por problemas en su gobierno. Una vez que la independencia del país fue lograda, siguió un periodo de organización del estado chileno, entre los años 1823 y 1830, que vio sucederse tres gobernantes y dos constituciones.
Entre 1831 y 1861, tuvo lugar el periodo de la República conservadora. Estuvo marcado por la puesta en vigor de la Constitución de 1833, establecida por Diego Portales, con un gobierno fuerte y centralizador. A pesar de algunos intentos de subversión, se mantuvo la estabilidad institucional y el país conoció la prosperidad económica.
El octavo periodo, conocido como la República liberal, que se extendió desde 1861 hasta 1891, estuvo caracterizado por una mayor estabilidad política y permitió una extensión del territorio hacia el sur y el norte.
LITERATURA DE ESTUDIO :
Fue en (1973-1985) Después del golpe de Estado de 1973, la literatura chilena se vio escindida, fraccionada, dividida en su desarrollo; producto de este corte histórico se produjo la diáspora y las manifestaciones literarias quedaron divididas en dos instancias reales, aunque paradójicas, dado que la literatura de un país es siempre una: la que se escribe en el interior (la literatura del "in-xilio" como la ha llamado el crítico Grínor Rojo) y la de los escritores que tuvieron, por unas u otras razones, que partir al exilio, y que en diferentes países, como Suecia, Alemania Oriental, Estados Unidos, México, Francia, España o Canadá continuaron con la producción literaria alterada, que se situaba y veía a Chile desde la distancia y desde una nueva realidad.
La primera etapa de los escritores chilenos exiliados, estuvo definida por una literatura de carácter testimonial de esa nueva realidad, cuya perspectiva fue la del testigo. Cabe aclarar que este tipo de literatura no se inaugura en Chile el año 73: tenemos como un ejemplo paradigmático los poemas del Canto general de Pablo Neruda, escritos en gran parte durante su exilio bajo el Gobierno de Gabriel González Videla. En esta nueva narrativa testimonial se relatan -se hace relación como dirían los primeros cronistas- las experiencias de la tortura, el exterminio, y la no menos traumática experiencia de integrarse en países donde tanto la idiosincrasia como la lengua son otras. A esto se suma la imposibilidad de volver al país por un extenso período, en el que nacen y crecen hijos de exiliados, con una patria ausente e imaginaria, que sólo se conserva en el recuerdo de un pasado y en la literatura que va grabándolo. Otro aspecto de la literatura testimonial fue el intento de determinar cuáles fueron las causas del trance histórico. En una segunda etapa, se desarrolló la reflexión sobre el destino de Chile y sobre el destino de una vida colectiva después de 1973. Entre las obras de este tipo, cabe destacar Una especie de memoria, de Fernando Alegría; El Libro Negro de la Intervención Norteamericana en Chile, de Armando Uribe y Diario del doble exilio de Osvaldo Rodríguez. Al comienzo, la literatura testimonial tiene un carácter de urgencia y denuncia. Lo más importante es dar cuenta de los sucesos ocurridos durante la represión y sus consecuencias inmediatas, en un lenguaje transparente, más cercano a la crónica que a la ficción. Entre estas obras, podemos mencionar Tejas verdes (1978) de Hernán Valdés, sobre los campos de concentración y tortura en Chile; Genocidio en Chile de Carlos Cerda y Prisión en Chile (1975) de Alejandro Witker.