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Todo el mundo sabe que los derechos y deberes van ligados, es decir, que cuando un colectivo de ciudadanos tiene determinados derechos, los demás ciudadanos y las instituciones tienen el deber de respetarlos y hacer que se cumplan. Un individuo no los tiene nunca solo, sino únicamente porque es miembro de un colectivo que los tiene. Esto ocurre con los mayores de edad, los pensionistas y los miembros de grupos profesionales, religiosos, políticos o de asociaciones reconocidas. Cuando a un individuo se concede algo que no le viene avalado por ningún grupo al que pueda pertenecer, entonces no le es concedido un derecho sino un privilegio. Y una sociedad democrática no es amiga de los privilegios.
Por ello es a todos los ciudadanos a los que se reconoce el derecho de expresarse. Pero como resulta que piensan de maneras muy diversas, también se reconoce que todos puedan expresarse de manera muy diversa. Lo que no puede ser es que los unos impidan la libertad de expresión de los demás. Todos se pueden expresar y todos deben respetar la expresión de los demás.
Y es evidente que esto no lo harán sólo dentro de su casa, sino también en la calle y en los espacios públicos. Afirmar que deben ser ‘neutrales’ sólo puede querer decir que no se puede negar a nadie que se manifieste, pero no que no se pueda manifestar nadie. Esto sería afirmar que la sociedad no admite vida pública, sería como decir que se quieren prohibir las manifestaciones, los desfiles deportivos, las procesiones, los desfiles de moda o las fiestas de los niños.
Es muy sorprendente que alguien afirme que un ayuntamiento no se puede pronunciar en ningún sentido, cuando resulta que su gobierno ha sido elegido por una mayoría de ciudadanos. ¿Acaso se quieren suprimir las elecciones?, ¿es que se quiere que los ciudadanos no elijan? Porque la vida pública es siempre el resultado de la elección de los ciudadanos. Y una mayoría también debe respetar siempre a la minoría, pero ni la mayoría se debe doblegar a la minoría -sería ridículamente contradictorio- ni la minoría puede afirmar que su poder es el mismo que el de la mayoría, simplemente porque no lo es.